Gracias a muchas investigaciones, los hongos ganan su lugar en la fabricación de muebles y ropa vegana.
El misterioso reino fungi está de moda. Las setas ganan terreno en la alimentación por sus beneficios nutricionales, su limitado consumo de agua y su escasa huella de carbono, mientras las redes de micelio se revelan imprescindibles para atrapar CO2 bajo los bosques y mantener sanos los ecosistemas y el planeta.
También la ciencia farmacéutica, que desde hace un siglo trabaja con la penicilina, busca ahora en las hifas remedios para combatir el cáncer y las enfermedades autoinmunes, neurodegenerativas o víricas, mientras se estudian sustancias como la psilocibina de los hongos alucinógenos en el ámbito de la investigación psiquiátrica.
El fungi es el nuevo material que revoluciona la moda. (Foto: EFE)
Los hongos se hacen un lugar en otros diseños
Otro campo en desarrollo, más tangible, es el de los biomateriales, porque los hongos también intentan hacerse hueco en la fabricación de muebles, ropa vegana y como sustitutos del poliestireno expandido, ese corcho blanco de los paquetes frágiles que no se recicla y precisa 500 años para degradarse.
“Es una técnica muy nueva y se basa en un organismo que produce un material biodegradable. Y eso representa una solución muy sostenible. Lo estamos explorando, especialmente en sectores como el textil, el embalaje y el aislamiento”, explica a EFE la ingeniera en biología y bioquímica Anouk Verstuyft, que ha creado una colección de prototipos de muebles de interior titulada “Fungal Functions”.
Verstuyft forma parte de un equipo de nueve científicos del área de microbiología de la universidad flamenca Vrije Universiteit Brussel (VUB) que investigan sobre hongos y biomateriales, bajo el paraguas de las profesoras Eveline Peeters y Elise Vanden Elsacker y con financiación belga y europea.
Los nuevos materiales se trabajan en los laboratorios. (Foto: EFE)
El micelio, lo último en sostenibilidad
“Investigamos y desarrollamos materiales de micelio, que se basan en la estructura de las raíces de los hongos. Estamos trabajando principalmente en materiales fúngicos tipo cuero, que tienen un gran potencial como alternativa sostenible a otros materiales similares al cuero”, relata.
Se mueven con bata blanca entre placas petri, incubadoras, bandejas de cultivo y salas de fructificación, donde controlan la humedad, la iluminación, la temperatura y la concentración de oxígeno y CO2 de los cultivos de micelio, muy sensibles a la contaminación porque son nutritivos y apetecibles para muchos microorganismos no deseados que compiten por ese alimento.
El proceso es simple y económico, aunque delicado. Se comienza con un cuerpo fructífero de hongo -en este caso reishi (Ganoderma sessile) o cola de pavo (Trametes versicolor)- del que se extrae un pequeño fragmento que se coloca en una placa con agar agar, todo ello meticulosamente esterilizado.
“Luego se deja crecer en esas placas, y de ahí se toma un trozo, que se coloca en un caldo nutritivo líquido, y empieza a crecer en la superficie del líquido. Después de unos 14 días, se puede recolectar ese material: una estera que está formada por filamentos entrelazados, creando un material muy resistente”, resume.
Ciencia pura
Su punto de partida es la investigación fundamental, la curiosidad científica pura. Eso les permite tener más tiempo para comprender la tecnología, experimentar e ir desarrollando técnicas y patentes.
“Hacemos investigación y desarrollo, y las compañías quieren crecer rápido”, explica la bioingeniera y diseñadora textil Annah-Ololade Sangosanya.
“Es un lujo”, apostilla Jara Saluena, española formada en biología y en innovación biomimétrica, cuya investigación financia la Comisión Europea.
La científica española con la campera de fungi. (Foto: EFE)
Mientras la científica madrileña habla sobre filtros y paneles aislantes de hongos y de tejidos vivos que se autorreparan, Sangosanya se enfunda una espectacular chaqueta de cuero de micelio que en abril presentó en la Semana del Diseño de Milán.
“Hacemos muchas cosas en el laboratorio, pero si no lo enseñamos nadie lo entiende”, explica.
Ecosistema empresarial
También existe un sector industrial de biomateriales con hongos fuera de las universidades, y ambos mundos están en contacto permanente.
Pero el área empresarial está sometida a mucha más presión por recaudar financiación, escalar la producción, reducir costes, vender el producto y alcanzar la rentabilidad, explican las investigadoras.
La prueba es que Bolt Therads, una biotecnológica californiana líder en micelio que había colaborado con Adidas o Stella McCartney, abandonó hace dos años la producción de su cuero de Mylo por dificultades para escalar la producción y atraer inversión.
Los accesorios y la ropa podrá hacerse de fungi y parecer cuero. (Foto: EFE)
Pero otras grandes iniciativas siguen avanzando, como las también estadounidenses Ecovative o Mycoworks, que opera una fábrica en Carolina del Sur, tiene oficinas en París y ha colaborado con Cadillac y Hermes.
En Europa hay ejemplos como la Mogu en Italia; MycoTEX en Países Bajos; o Citribel y Permafungi en Bélgica, mientras que Sporatex y Spora Biotech en Chile, Mycorium Biotech y Somos Mosh en Argentina, o Mycotech Lab en Indonesia corroboran que las hifas de la innovación con hongos se extienden por todas las latitudes.
“Este campo está evolucionando muy rápidamente. Tengo mucha curiosidad y entusiasmo por ver a dónde llegaremos y creo sinceramente que en veinte años tendremos aplicaciones de micelio en casa”, augura Verstuyft.
Los clásicos de los 90 pisan fuerte en la moda de alta costura y en la calle.
La moda siempre da revancha y, esta vez, los zapatos de los 90 vuelven a ser protagonistas absolutos en el verano 2026. Las pasarelas internacionales y el street style ya lo anticipan: los modelos que marcaron una época regresan renovados, listos para conquistar los looks de todos los días.
La década de los 90 fue sinónimo de cambios, rebeldía y contrastes. El calzado fue clave para definir estilos: desde la elegancia minimalista hasta la osadía más atrevida. Hoy, esa mezcla de nostalgia y modernidad se traduce en siete modelos que pisan fuerte y prometen ser tendencia.
Los 7 zapatos de los 90 que vuelven a ser tendencia
1. Zapatos con pulsera
Los zapatos con pulsera fueron el toque chic de los 90. Minimalistas pero con personalidad, se destacaron en los desfiles de Calvin Klein, Helmut Lang y Martin Margiela. Pero fue Tom Ford en Gucci quien los llevó al extremo de la sensualidad en su colección Otoño-Invierno 1996, combinándolos con leggings y camisas satinadas. Hoy, vuelven con detalles de perlas y se lucen con faldas satinadas y camisas largas, como mostró Peet Dullaert.
Clásicos y atemporales, los Mary Jane son favoritos de la moda desde hace décadas. En los 90, John Galliano los reinventó con punta triangular y cintas finas, al sumar drama a looks con pantalones y guantes de cuero. Para este otoño, marcas como Louis Vuitton los actualizan con doble correa y pedrería, ideales para combinar con pantalones drapeados y camperas oversized.
Zapatos Mary Jane de John Galliano Otoño-Invierno 1995. (Foto: Condé Nast Archive / Gorunway).
3. Zapatos mules
Los mules fueron el símbolo de la comodidad con estilo. Helmut Lang y Calvin Klein los eligieron para looks relajados y sofisticados. En la actualidad, Schiaparelli los reinterpreta con detalles dorados y líneas inspiradas en el glamour de Hollywood, perfectos para acompañar pantalones largos y blusas estructuradas.
Las bailarinas son el equilibrio justo entre elegancia y confort. Popularizadas por íconos como Lady Diana, Cindy Crawford y Winona Ryder, Chanel las llevó a la pasarela en 1999 con diseños cut out. Este año, las sneakerinas (fusión de zapatillas y bailarinas) arrasan en redes, pero los modelos clásicos, como los de Rokh con punta cuadrada y lazos, siguen vigentes para looks con vestidos voluminosos y capas infinitas.
Bailarinas de Rokh, Otoño-Invierno 2025. (Foto: Launchmetrics / Spotlight).
5. Mocasines planos
De espíritu preppy y aire normcore, los mocasines planos fueron reinventados en los 90 por Prada, Comme des Garçons y Yohji Yamamoto. Hoy, Miu Miu los trae de vuelta con calcetas largas y pedrería, combinados con vestidos negros y camperas de cuero, demostrando que la simpleza puede ser sinónimo de elegancia.
Para quienes buscan destacar, las botas metalizadas son la opción ideal. En los 90, Gianni Versace las eligió para looks impactantes junto a minivestidos y guantes. Ahora, Rabanne las reinterpreta en versión grunge y caña alta, perfectas para romper la monotonía de un vestido de lentejuelas y un abrigo de tweed.
Los tacones de aguja nunca pasan de moda. En los 90, acompañaron el power dressing con faldas lápiz y blazers estructurados, como mostró Mugler. Para 2025, Elisabetta Franchi los moderniza con faldas de mezclilla y blazers, al mantener la esencia de elegancia y sensualidad que definió a toda una generación.
Zapatos de tacón aguja de Mugler, Otoño-Invierno 1995. (Foto: Condé Nast Archive / Gorunway)
El regreso de los clásicos: nostalgia y vanguardia en cada paso
La moda de los 90 no solo vuelve, sino que se reinventa. Los zapatos icónicos de esa década se adaptan a los nuevos tiempos, mezclando nostalgia y vanguardia. Ya sea para un look elegante, rebelde o relajado, estos modelos prometen ser los grandes aliados del verano 2026.
¿Te animás a sumarte a la tendencia y revivir el espíritu de los 90 en tus pies?
Aplicar el producto en puntos estratégicos y mantener la zona hidratada son algunos de los consejos que los maquilladores recomiendan para lograr un resultado más natural y efectivo. Cuál es el secreto.
El corrector de ojeras es un infaltable en cualquier neceser de maquillaje. Su función es simple pero poderosa: disimular el cansancio, iluminar la mirada y dar frescura al rostro. Sin embargo, aplicado de manera incorrecta puede generar el efecto contrario.
El exceso de producto o una mala técnica pueden acentuar arrugas, marcar pliegues y provocar el temido “efecto mapache”: ese contorno blanco alrededor de los ojos que parece artificial y resalta aún más la hinchazón o las líneas de expresión.
La premisa es aplicar el producto en la parte más oscura de la ojera y trabajarlo luego en dirección a las pestañas (Imagen: Adobe Stock)
Cómo aplican el corrector los maquilladores
Los expertos coinciden en que hay una técnica sencilla para evitar estos errores y aprovechar al máximo los beneficios del producto:
No lo apliques justo debajo del ojo. El corrector debe colocarse en la parte más baja de la ojera, donde la sombra es más intensa.
Olvidate del aplicador del envase. Su esponjita deposita demasiado producto en una zona muy delicada. Lo ideal es trabajar con una brocha pequeña o una esponja limpia, que permiten difuminar mejor.
El secreto está en el surco. Aplicá el producto allí, donde más oscuridad se acumula, y extendelo hacia afuera. Después, difuminá bien los bordes para que se funda con el resto del maquillaje y evitar cortes blancos.
Menos es más en la línea de pestañas. Esa área debe recibir la mínima cantidad de corrector, porque es donde los pliegues se marcan con mayor facilidad.
Efecto lifting: colocá un pequeño punto extra al final de la ojera y difuminalo en dirección ascendente
Mantener la zona hidratada es fundamental para obtener un resultado homogéneo y favorecedor (Imagen: Adobe Stock)
Para que el corrector luzca bien, la piel debe estar lista. Los maquilladores recomiendan hidratar la zona con un contorno de ojos ligero antes de aplicar cualquier producto. De esta manera se evita que el corrector se cuartee o resalte arrugas.
La silueta amplia cede protagonismo y las versiones ajustadas regresan con fuerza, al evocar los estilismos de principios de los 2000.
El próximo verano 2026 trae un giro inesperado en el mundo de la moda. Lo que parecía haberse instalado como un clásico indiscutido en los últimos años, comienza a dar paso a una nueva forma de usar una pieza que nunca falta en el guardarropas.
Las camisas vuelven a ocupar el centro de la escena, pero esta vez con una silueta diferente a la que dominó las últimas temporadas. El corte amplio, relajado y masculino deja paso a un estilo que remite directamente a los años 2000: el entallado. Ajustadas al cuerpo, con pinzas que marcan la cintura y largos más cortos que permiten combinarlas con minifaldas, jeans de tiro bajo o shorts, estas versiones buscan resaltar la figura y recuperar un aire nostálgico.
Las camisas entalladas permiten múltiples combinaciones. (Foto: Freepik).
Los diseñadores ya lo anticiparon en pasarelas internacionales y las celebridades comenzaron a sumarse a la tendencia. Las camisas con silueta ceñida aparecen en colores neutros como blanco y celeste, aunque también en tonos más intensos, como rojos y verdes, que realzan cualquier outfit de verano. Además, los géneros se adaptan a las altas temperaturas: algodón liviano, lino con caída suave y hasta satén para un look más nocturno.
La manera de combinarlas también cambia. Si bien en temporadas pasadas la oversized se llevaba abierta sobre un top o incluso como vestido, ahora la propuesta apunta a usarlas abotonadas hasta arriba o con un solo botón suelto, creando un efecto sensual y a la vez prolijo. Otro detalle que regresa con fuerza son las mangas cortas ajustadas al brazo, que refuerzan el aire retro.
Influencers, modelos y celebridades ya incorporaron esta prenda a sus estilismos. (Foto: Freepik).
En cuanto a los complementos, este estilo entallado se lleva muy bien con cinturones finos que marquen aún más la silueta, bijouterie minimalista y carteras pequeñas, otro guiño directo a los 2000. El calzado ideal para completar el look va desde sandalias de tiras hasta stilettos, aunque las zapatillas urbanas también se vuelven una opción para quienes buscan un mix de comodidad y tendencia.
El regreso de la camisa ajustada no solo marca una ruptura con el reinado de las prendas oversized, sino que también confirma el retorno de la estética de principios de milenio, que vuelve a inspirar a toda una generación.