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Economia

Sin crecimiento sostenido ni reformas, la desigualdad económica atormenta a América Latina

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Los sistemas fiscales y de bienestar social de la región son escandalosamente malos para reducir las brechas en salarios, educación y acceso a la atención médica.

Para percibir la realidad del suburbio de San Isidro en Buenos Aires, se debe ver desde un dron. Una línea muy recta divide los exuberantes jardines y las canchas prístinas de tenis de un amasijo de tejados de fierro corrugado en una de las “villas miserias” de la ciudad. Santa Fe, en Ciudad de México, tiene un aspecto similar, con el verde esmeralda del club de golf rodeado de las interminables cajas de hormigón de los barrios pobres de la ciudad. En la favela de Rocinha, en Río de Janeiro, las viviendas improvisadas descienden en espiral por la montaña, casi estrellándose contra las piscinas turquesas que hay debajo.

Esta desigualdad visceral es el rasgo definitorio de las economías latinoamericanas. Las disparidades de la región solo tienen rival en el África subsahariana. Sin embargo, como la desigualdad suele ser menor en los lugares más ricos, y el PIB por persona de América Latina es cuatro veces mayor al de África, su desigualdad es extraordinaria. En algunos países como Colombia Guatemala, hay mucha disparidad, en otros como Uruguay, hay menos. Sin embargo, no hay excepciones. El Banco Mundial no clasifica ni un solo país de la región como de “baja desigualdad”.

Esto configura a América Latina de innumerables maneras, más allá de la fotografía panorámica: en el plano físico, mediante la proliferación de vallas altas y cámaras de seguridad; en el plano político, con el populismo y los movimientos bruscos a la izquierda; y en el plano económico, mediante la escasa movilidad social, las grandes economías informales y la demanda interna débil. Este año, The Economist publicará varios artículos que exploran esta dinámica. Para empezar, ayuda a comprender por qué América Latina avanzó mucho en la reducción de la desigualdad en la década de los 2000, y por qué ese avance se ha ralentizado.

La manera más habitual de medir la desigualdad es el coeficiente de Gini, el cual clasifica la desigualdad de ingresos de un país entre cero y uno. Cero significa que todos los habitantes del país reciben los mismos ingresos; uno significa que una sola persona lo recibe todo. También importan otros tipos de desigualdad, pero ninguno trasciende los ingresos. El acceso desigual a una buena educación y a atención médica son consecuencias de la desigualdad de ingresos, además de ser causas importantes de la misma.

La economía de la disparidad atormenta a América Latina (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).
La economía de la disparidad atormenta a América Latina (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).

La tendencia general en América Latina es clara: la desigualdad aumentó durante la década de 1990, alcanzó su punto máximo alrededor del año 2002 y luego empezó a descender. Hacia 2014, ese declive comenzó a ralentizarse, y hace poco se estancó. Hay excepciones (el coeficiente de Gini sigue disminuyendo, aunque más lentamente, en Perú y ha aumentado en Colombia), pero la tendencia general es clara.

Dos factores impulsaron el declive entre los años 2000 y 2010. Uno fueron las ayudas del gobierno. Los programas de transferencias monetarias condicionadas, como Bolsa Família en Brasil, daban dinero a las familias pobres si enviaban a sus hijos a la escuela y para revisiones médicas. En toda la región, los programas de transferencias de todo tipo representaron aproximadamente el 20% de la disminución de la desigualdad en promedio. Un segundo factor fue mucho más importante: el fuerte crecimiento de los salarios de los pobres. Esto supuso más de la mitad de la reducción. El telón de fondo fue un largo periodo de crecimiento económico sólido, favorecido por un auge de las materias primas. Ana María Ibáñez, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), señala que la lección de todo esto es que “si queremos reducir la desigualdad, tenemos que crecer”.

También hay una serie de problemas más pequeños. Uno es la gran influencia de los antecedentes familiares. Un artículo de Paolo Brunori, de la Universidad de Florencia, y otros autores, concluye que más de la mitad de la desigualdad que se ve en la generación actual es heredada, en gran parte como resultado del nivel educativo y el tipo de trabajo de sus padres.

Para comprender cómo funciona esto, se debe considerar el ciclo que puede desencadenar un contexto familiar. Como explican Ibáñez y sus coautores, los niños pequeños de padres más ricos suelen recibir mejor alimentación y más atención, por lo que desarrollan más habilidades. Esto les ayuda a aprovechar las escuelas mejores (y a menudo privadas) a las que asisten, que a su vez los llevan a la universidad, donde la asistencia aumenta fuertemente los ingresos en América Latina, en gran parte porque ayuda a los estudiantes a conseguir trabajos formales en empresas grandes. Los niños nacidos en familias más pobres suelen ir a peores escuelas, a menudo no llegan a la universidad y acaban trabajando en el sector informal de América Latina, que es muy amplio y menos productivo. Y así continúa el ciclo.

Cuando se redujo la desigualdad, el fuerte crecimiento económico impulsó los salarios de los latinoamericanos pobres, lo cual ayudó a romper el ciclo. Sin embargo, ahora el crecimiento está terriblemente estancado. Entre 2014 y 2023, el ingreso real por persona en América Latina y el Caribe aumentó un triste 4% en total. En cambio, en Asia meridional se incrementó un 46%.

Los gobiernos han recurrido a otros remedios menos eficaces. Una opción popular es aumentar el salario mínimo. El último presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo duplicó en términos reales durante sus seis años de mandato. Claudia Sheinbaum, su sucesora, prometió aumentos anuales del 12%. Esto ha contribuido a reducir la pobreza y la desigualdad en México, en parte porque el salario mínimo era muy bajo cuando López Obrador llegó al poder. Pero hay límites. Si la productividad no aumenta a la par, un incremento constante del salario mínimo tiende a fomentar los empleos informales, lo cual arrastra a la gente de vuelta al círculo vicioso de la desigualdad.

Los gobiernos también tienen la esperanza de que la redistribución pueda contrarrestar la desigualdad. El problema inmediato de esto es que un crecimiento débil implica menos ingresos públicos, por lo que hay menos dinero para redistribuir. Aun así, los sistemas fiscales y de bienestar social en América Latina podrían ser mucho mejores. Cuando se mide la desigualdad de ingresos en la región antes de impuestos y redistribución, solo es ligeramente superior a la de los países ricos. Pero mientras que los impuestos y las transferencias reducen el coeficiente de Gini casi un 40% en los países ricos, en América Latina solo lo reducen alrededor de un 5%. Sorprendentemente, en casi la mitad de la región esto se traduce en un aumento de la pobreza.

El INDEC publicó los datos de pobreza del segundo semestre de 2024. (Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)
El INDEC publicó los datos de pobreza del segundo semestre de 2024. (Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

El mayor problema es la fiscalidad. En los países miembros de la OCDE, un club de naciones principalmente ricas, los impuestos sobre la renta de las personas físicas, que suelen ser progresivos, equivalen al 8% del PIB. En América Latinarepresentan tan solo el 2%, por lo que esta región depende más de los impuestos indirectos, como el IVA sobre bienes y servicios. Estos impuestos suelen ser regresivos, ya que ricos y pobres pagan la misma tasa, pero los pobres consumen una mayor parte de sus ingresos, por lo que se ven más afectados.

Muchos programas de bienestar social también están plagados de problemas. Un estudio del BID sobre los programas de transferencias en 17 países descubrió que la selección de beneficiarios no era justa. Solo se beneficia aproximadamente la mitad de las personas que viven en situación de pobreza, mientras que cerca del 40% de quienes no viven en la pobreza reciben al menos un tipo de transferencia. Las cantidades transferidas a menudo son demasiado pequeñas.

El círculo sigue siendo vicioso

Si se arreglara esta situación, se podría hacer una gran mella en la desigualdad. Pero, aunque la indignación por las disparidades domina las campañas electorales y a veces estalla en las calles, como ocurrió durante las protestas violentas de Chile en 2019, no hay muchos avances. Aunque están enfadados por el statu quo, los votantes tampoco están dispuestos a cambiar los sistemas fiscales y de bienestar social. Un estudio de Matías Busso, del BID, y coautores, encuestó a ciudadanos de ocho países y descubrió que, aunque los encuestados están descontentos con la desigualdad y apoyan la redistribución en teoría, son reacios a pagar impuestos adicionales para financiarla. Una de las razones es que muchos desconfían del Estado y de las élites gobernantes.

Todo esto supone un reto desalentador. El mayor alivio sería el crecimiento sostenido, que no se ha visto desde hace más de una década. Tener reformas políticas que generaran confianza en el gobierno y permitieran mejorar la fiscalidad y el bienestar social sería de mucha ayuda. Ambas cosas serían ideales. Ninguna parece probable.

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Jornada financiera: con el dólar firme, las acciones reaccionaron al alza a los cambios políticos

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El índice S&P Merval subió 3,4%. La divisa minorista avanzó 1,7% y terminó en $1.500 mientras que el mayorista cerró en $1.482, a 15 pesos del techo de las bandas cambiarias

En la primera jornada hábil de noviembre, el dólar oficial profundizó la tendencia alcista al avanzar 1,69% a $1.500 en el Banco Nación mientras que en el segmento mayorista se elevó a $1.482, a 15 pesos del techo de las bandas cambiarias. En paralelo, las acciones y los bonos volvieron a subir en la plaza local e internacional.

La expectativas de los especialistas estaban puestas en la reacción de los inversores a los cambios de gabinete que se produjeron durante el fin de semana con las salidas del ex jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro del Interior, Lisandro Catalán, quienes fueron reemplazados por Manuel Adorni Diego Santilli, respectivamente.

Subió el volumen negociado

“Rueda aburrida con poco movimiento. Lo mas relevante vino por el lado del dólar que marcó subas de 2%. El MLC operó casi USD 600 millones, lo cual es bastante para lo que venía operando”, sintetizó Nicolás Cappella, analista financiero de Grupo IEB.

En efecto, en el Mercado Libre de Cambios (MLC) se operaron USD 572 millones, un aumento de 81% respecto a los USD 316 millones que se habían operado el viernes de la semana pasada. Más allá del crecimiento de los negocios, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) no intervino en el MLC ya que el mayorista no superó el límite superior del esquema cambiario, hoy ubicado en $1497,51.

Por su parte, el MEP y el contado con liquidación (CCL) concluyeron la rueda con avances de 20 pesos. El dólar bolsa cotizó a $1.497 y el CCL quedó en $1.515.

Respecto a la evolución de los activos argentinos, se extendió la racha positiva que comenzó con el triunfo del oficialismo en los comicios de medio término: tanto las acciones locales como los ADR experimentaron alzas de hasta 12%.

Se extendió la racha alcista de las acciones

El Merval creció 3,4% hasta los 3.104.495,27 puntos debido, en gran parte, al desempeño de los papeles líderes: Telecom lideró las subas con un salto de 11,6%, seguidas de Ternium (8,4%), BBVA (7%), Edenor (6,2%), Pampa Energía (5,4%), Banco Supervielle (5,1%), Central Puerto (5%). Por el contrario, solo acusaron caídas BYMA (0,2%) y Transportadora de Gas del Sur (-1%) y Loma Negra (-1,7%).

Según lo informado por Reuters, el índice local registró un incremento de 69,31% durante octubre. Este aumento tuvo repercusiones en los mercados internacionales, particularmente en los ADR de empresas argentinas que operan en Wall Street, donde se observaron alzas extendidas: Telecom (7,7%), Edenor (5,4%), Central Puerto (4,4%), BBVA (4,4%) y Pampa Energía (3,8%), entre otras.

En el ámbito extrabursátil doméstico, los bonos mostraron un avance medio de 0,4%. El repunte de las cotizaciones impulsó una baja del riesgo país de más de 300 puntos desde las 1.081 unidades en el escenario preelectoral. El dato entusiasma al Gobierno y al mercado por un posible regreso a los mercados internacionales de deuda el año que viene.

A propósito del riesgo país, un índice que mide la diferencia entre las cotizaciones de los bonos soberanos argentinos y los de libre riesgo del Tesoro de Estados Unidos, evidenció una tenue alza de 0,45% hasta los 669 puntos básicos.

En tal sentido, analistas de la consultora Quantum Finanzas consideraron que las intervenciones del Tesoro norteamericano en el mercado cambiario local por aproximadamente USD 2.100 millones antes de los comicios legislativos, sumado al anuncio de un swap por USD 20.000 millones ayudaron a bajar la volatilidad y la incertidumbre de los mercados.

Bajo la perspectiva de los consultores de Cohen Aliados, el significativo descenso del riesgo país “allana el camino para que más empresas y provincias se beneficien de la apertura financiera y acerca al Tesoro a los mercados de capitales, aunque deberá presentar un plan para revertir la caída de las reservas internacionales y eliminar definitivamente los controles cambiarios que aún persisten para las empresas”.

En simultáneo, las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA) anotaron un alza de USD 1.404 millones y cerraron a USD 40.786 millones. La mayor parte del salto intradiario responde al movimiento típico de encajes bancarios de fines de mes.

Según un informe de Portfolio Personal Inversiones (PPI), el foco de la semana estará puesto en “la dinámica de la deuda soberana en dólares y su reacción a los cambios en el gabinete”. En cuanto al frente de pesos, el Ministerio de Economía enfrentará la primera licitación de noviembre con vencimientos por $7,2 billones en manos de privados y $3,6 billones en poder del sector público. “Será clave observar si el BCRA decide avanzar con un nuevo canje intrasector público, en línea con las últimas subastas”, remarcaron desde PPI.

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El precio de la soja volvió a subir y llegó al nivel más alto del último año

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La oleaginosa avanzó a USD 411 en el mercado de Chicago tras el avance de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China

La soja experimentó una nueva suba que la llevó al nivel más alto en quince meses: cerró a USD 411 por tonelada en el mercado de Chicago. Según Reuters, esta dinámica se explica por la posibilidad concreta de que China vuelva a comprarle granos a Estados Unidos a gran escala, lo que beneficiaría a la producción argentina.

El acuerdo rubricado por Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur la semana pasada representó un cambio significativo en la relación comercial agrícola entre ambos países. Esta resolución abre la puerta para que el mercado chino vuelva a incorporar grandes cantidades de soja proveniente de los farmers norteamericanos, restableciendo un vínculo interrumpido por la guerra de aranceles.

El acuerdo entre EE.UU. y China

El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent declaró a Fox Business que “los chinos han acordado comprar 12 millones de toneladas de soja durante esta temporada, entre ahora y enero, y luego, durante los próximos tres años, comprarán un mínimo de 25 millones de toneladas por año”. De este modo, el funcionario ratificó una versión que ya había empezado a tomar fuerza en los mercados globales de granos.

Hasta este anuncio, las adquisiciones chinas de la oleaginosa a Estados Unidos estaban prácticamente detenidas. Esto se daba a pesar de que, en 2024, el gigante asiático había importado cerca de 27 millones de toneladas. Desde Pekín, la única respuesta oficial fue el compromiso de elevar las compras de productos agropecuarios estadounidenses, sin detallar volúmenes ni plazos.

La evolución de precios relativosLa evolución de precios relativos del complejo sojero. (Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario)

Según estimaciones de sector agrícola, China debe importar entre 5,5 y 8,2 millones de toneladas de soja adicionales para satisfacer sus necesidades anuales hasta fines de 2025. En este contexto, Estados Unidos se perfila como el principal proveedor posible, ya que Argentina y Brasil enfrentan reservas limitadas tras la última cosecha.

Recientemente, productores estadounidenses manifestaron su descontento ante las medidas implementadas en Argentina, sobre todo tras la decisión del gobierno de Javier Milei de suspender temporalmente las retenciones a las exportaciones agrícolas para acelerar el ingreso de divisas en la previa de las elecciones legislativas.

En efecto, durante esa ventana provisoria los agroexportadores liquidaron USD 7.000 millones en pocos días, lo que provocó el descontento de sus pares norteamericanos al entender que la administración Trump le estaba brindado asistencia financiera a un país competidor en el mercado sojero y que había eliminado temporalmente los derechos de exportación.

Por otra parte, Bessent anunció que se concretaron acuerdos independientes con naciones del sudeste asiático para la compra de 19 millones de toneladas adicionales de soja, lo que expande el mercado disponible para la producción estadounidense.

En tal sentido, remarcó la relevancia de estos convenios: “Nuestros grandes productores de soja, a quienes los chinos utilizaban como peones políticos, ya no están en peligro y deberían prosperar en los próximos años”. En este contexto, resaltó su relación directa con el sector, al recordar que recientemente se definió como “productor de soja”.

Estados Unidos anunció que ChinaEstados Unidos anunció que China volverá a comprarle soja. REUTERS/Daniel Acker/Archivo

En palabras del propio secretario del Tesoro de EE.UU, “este acuerdo es la culminación de todo ello y pone en marcha grandes acuerdos de compra para los próximos tres años y medio”, lo que refuerza la percepción de una nueva etapa de estabilidad para los agricultores estadounidenses.

El impacto sobre Argentina

A propósito del entendimiento entre Estados Unidos y China, un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) titulado “La tregua EE. UU.-China dejó gusto a poco” planteó que el monto pactado no satisfizo del todo a los operadores, ya que se mantiene en línea con los niveles habituales de importación china.

“Los 12 Mt de compras anunciados desde aquí hasta enero se encuentran en línea con los desembarcos habituales de soja americana en estos meses”, remarcó la BCR. En la última década, el promedio fue de 16 Mt, con un máximo de 20 Mt en la campaña 2020/21 y un mínimo de 10 Mt en la 2023/24.

Respecto al compromiso chino de comprar anualmente 25 millones de toneladas de soja en el mercado americano, el reporte de la entidad especializada remarcó que el número “queda por debajo del promedio de los últimos años” ya que en ese lapso temporal, EE. UU. embarcó una media de 30 Mt al año con destino a China (excepto el año de la primera guerra comercial)“.

La tregua entre ambas naciones, aunque limitada, impactó favorablemente en el mercado de subproductos de soja, con especial énfasis en la harina. Durante octubre, ese producto registró un incremento del 15% y alcanzó el nivel más alto desde marzo. Conforme a lo informado por la BCR, “la suba de la harina en el mercado internacional repercutió sobre los precios de exportación de Argentina, y el FOB para embarques desde el Up-River durante diciembre llegó a negociarse en USD 340 por tonelada, un 16% más que a comienzos del mes”.

“El aumento del precio de la harina mejoró el margen bruto de la industria dando impulso a la Pizarra Rosario, que volvió a la zona de los USD 340/t. Mientras tanto, el ritmo de comercialización interna logró romper la barrera de las 100.000 toneladas diarias, luego de la virtual paralización pre eleccionaria en las últimas dos semanas”, concluyeron.

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La tregua comercial entre EEUU y China fue limitada, pero benefició a la Argentina, dice un informe privado

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El acuerdo entre Washington y Pekín incluyó nuevas compras chinas de soja, aunque de volúmenes relativamente modestos. Aun así, el repunte de los precios internacionales de la harina de soja mejoró los márgenes de la industria argentina y reactivó operaciones en el mercado local

La reciente cumbre entre Donald Trump y Xi Jinping, celebrada en Corea del Sur, generó fuertes expectativas en el mercado global de granos. El encuentro concluyó con el compromiso de China de comprar 12 millones de toneladas (Mt) de soja a Estados Unidos hasta enero, y de mantener un ritmo de 25 Mt anuales durante los próximos tres años. Sin embargo, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el volumen acordado fue considerado insuficiente por los operadores, ya que se ubica dentro del promedio histórico de compras del gigante asiático.

“Los 12 Mt de compras anunciados desde aquí hasta enero se encuentran en línea con los desembarcos habituales de soja americana en estos meses”, indicó la BCR. En los últimos diez años, el promedio fue de 16 Mt, con un máximo de 20 Mt en la campaña 2020/21 y un mínimo de 10 Mt en la 2023/24.

El documento destaca que Estados Unidos perdió las ventas correspondientes a los primeros dos meses de su campaña (septiembre y octubre), cuando habitualmente exporta cerca de 8 Mt a China. “Ello explica el sabor amargo que deja el acuerdo y la evolución que mostró el precio de referencia de la soja en Chicago”, señaló la entidad.

Impacto en los precios internacionales y en Argentina

Durante los días previos al encuentro bilateral, el optimismo llevó al precio de la soja en Chicago a superar los USD 400 por tonelada, su nivel más alto desde julio del año pasado. Sin embargo, tras conocerse el acuerdo, la cotización apenas avanzó 1% en la rueda del jueves, lo que reflejó la decepción del mercado.

El compromiso chino de mantener compras anuales de 25 Mt también fue inferior al promedio de la última década, cuando Estados Unidos embarcó unas 30 Mt por año con destino a China, salvo durante la primera guerra comercial. No obstante, el informe aclara que el país norteamericano “ha encontrado un crecimiento importante de su mercado interno, impulsado por la industria de biodiésel, que compensa parcialmente la menor participación en el mercado chino”.

La tregua, aunque acotada, repercutió de manera positiva en los derivados de la soja, particularmente en la harina de soja, que aumentó un 15% en octubre y alcanzó su mayor valor desde marzo. Según la BCR, “la suba de la harina en el mercado internacional repercutió sobre los precios de exportación de Argentina, y el FOB para embarques desde el Up-River durante diciembre llegó a negociarse en USD 340 por tonelada, un 16% más que a comienzos del mes”.

Este incremento mejoró el margen bruto de la industria aceitera argentina, lo que dio impulso a la Pizarra Rosario, que volvió a ubicarse en torno a los USD 340 por tonelada. En paralelo, el ritmo de comercialización interna superó las 100.000 toneladas diarias, luego de dos semanas de virtual parálisis en el período previo a las elecciones.

En síntesis, aunque el acuerdo entre Washington y Pekín no cumplió las expectativas globales, la Argentina se vio beneficiada de manera indirecta por el repunte de los precios internacionales de la harina de soja y por una mejora en los márgenes industriales locales.

Maíz: avance récord de siembra

El informe de la BCR también señala que al 31 de octubre se sembraron 3,59 millones de hectáreas de maíz temprano correspondientes a la campaña 2025/26, un máximo histórico. La entidad anticipa que el ciclo podría superar las 60 Mt de producción, siempre que las condiciones climáticas acompañen.

“Excelentes condiciones hídricas como hace años no se veían potenciaron la intención de siembra para este ciclo, y el avance del 35% a la fecha ya corre en máximos de siete años y resulta 11 puntos porcentuales superior al del año pasado”, detalla el reporte.

El análisis subraya que la expansión se concentró en variedades tempranas de maíz, que ofrecen un mayor potencial de rinde aunque con mayor variabilidad. Esta estrategia agronómica permitiría “compensar con kilos los flacos márgenes que se proyectan en la campaña”.

Con el cierre de octubre, la ventana de siembra temprana prácticamente concluyó, consolidando un nivel de implantación sin precedentes, según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP).

Trigo: exportaciones en niveles históricos

El estudio de la BCR agrega que el mercado del trigo mantiene una “robustez destacada” en la segunda mitad de la campaña. Entre diciembre y octubre, las exportaciones totalizaron 11,2 Mt, un volumen 57% superior al del ciclo anterior y 12% por encima del promedio de los últimos ocho años.

Esta favorable dinámica se vincula con la competitividad del trigo argentino en el mercado internacional, gracias a precios FOB locales más bajos que los de sus competidores. De acuerdo con el informe, “los embarques de la segunda mitad de la cosecha (junio a octubre) son los segundos más altos del siglo, sólo superados por los de la campaña 2011/12”.

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