Durante ese período, el cerebro se prepara mejor para el aprendizaje. También se fortalecen los nuevos conceptos adquiridos.
Todas las personas que tuvieron que estudiar o memorizar algo importante se plantearon la posibilidad de quedarse hasta tarde en la noche o madrugar para agarrar los libros por la mañana con la mente descansada.
Sin embargo, parece que la ciencia se inclina más por el aprendizaje antes de irse a dormir: las investigaciones apuntan a que un sueño reparador es una herramienta clave para la memoria y, en consecuencia, para consolidar más eficazmente aquello que se aprendió.
Cada vez hay más pruebas que sugieren que el sueño desempeña un papel fundamental en el aprendizaje y la memoria, señala la psicóloga inglesa Chloe Newbury de Sleep Deprivation and Memory, un trabajo de revisión en el que, junto a otros colegas de la Universidad de Londres, agruparon estudios de cinco décadas de investigación y, entre sus hallazgos, destaca que estudiar antes de dormir cumple las siguientes funciones:
Prepara el cerebro para el aprendizaje del día siguiente.
Ayuda a fortalecer los nuevos recuerdos aprendidos durante el día anterior.
Por qué dormir favorece la consolidación del aprendizaje
Esta asociación entre el sueño y la memoria se materializa, según las investigaciones, de varias maneras:
Consolidación de la memoria. Durante el sueño, especialmente en las fases profundas (ondas lentas), el cerebro reorganiza y consolida la información aprendida. Esto implica transferir recuerdos del hipocampo (memoria a corto plazo) a la corteza cerebral (memoria a largo plazo).
Reducción de interferencias. Mientras dormimos, el cerebro no recibe nueva información, lo que evita interferencias y permite que los recuerdos aprendidos se consoliden de manera más eficiente.
Procesamiento creativo y descubrimiento de patrones. Hay estudios que han demostrado que el sueño puede facilitar la reestructuración de conocimientos y ayudar a descubrir reglas o patrones que no eran evidentes al aprender.
Fases REM y aprendizaje complejo. Durante el sueño REM, se fortalecen habilidades relacionadas con la creatividad, la resolución de problemas y los aprendizajes emocionales, complementando el trabajo realizado en el sueño profundo.
También para los recuerdos emocionales
Otro de los investigadores que más trabajaron en este campo es el profesor Ullrich Wagner, de la Universidad de Münchster, en Alemania, quien en sus trabajos sobre el papel del sueño en la consolidación de la memoria y el aprendizaje, abordó cómo las diferentes fases son esenciales para fortalecer recuerdos.
Estudiar antes de irse a dormir puede ser beneficioso. (Foto: Adobe Stock)
Sus estudios demostraron que el sueño, especialmente las fases profundas, desempeña un papel crucial en la consolidación de la memoria emocional. Por ejemplo, en un estudio publicado en Nature Neuroscience, pone de evidencia que breves periodos de sueño inmediatamente después del aprendizaje ayudan a preservar recuerdos emocionales durante años. Así, este trabajo abre la puerta a la posibilidad de que, de cara a prevenir trastornos de estrés postraumático, se pueda intentar que la persona que sufrió un trauma evite dormir inmediatamente después del evento que lo ha provocado.
Pero no solo es una cuestión de recuerdos emocionales, ya que, Wagner también investigó cómo durante el sueño se produce una reorganización de la información aprendida, facilitando la comprensión y el descubrimiento de patrones ocultos. Por ejemplo, en la Tarea de Reducción de Números, observó que los participantes que durmieron después del aprendizaje tenían el doble de probabilidades de descubrir una regla oculta en comparación con aquellos que permanecieron despiertos. Este hallazgo sugiere que el sueño no solo fortalece los recuerdos, sino que también promueve la reestructuración cognitiva necesaria para la resolución de problemas y la creatividad.
Cómo estructurar nuestro horario de descanso
Para combinar estudio y sueño de manera efectiva, de forma que nos ayude a memorizar y consolidar mejor nuestros aprendizajes, podemos marcarnos un horario:
Antes de estudiar, preparar nuestra mente. Asegurarnos de estar en un entorno tranquilo, bien iluminado y sin distracciones. Podemos dedicar unos minutos para realizar una breve meditación o hacer ejercicios de respiración para aumentar la concentración.
Bloques de estudio. Estudiar en bloques de 50-60 minutos, evitando el multitasking y enfocándonos en un tema específico. Podemos tomar notas a mano o usar mapas mentales para reforzar la memoria.
Pausas cortas. Tras cada bloque, levantarnos, hidratarnos y estirar el cuerpo para mantener la energía.
Después de dos o tres bloques, hacer una siesta breve de unos 10 o 20 minutos, que es perfecta si estudiamos durante el día. Una siesta corta mejora la memoria y la concentración sin afectar el sueño nocturno.
Revisión activa. Tras la siesta, dedicar un cuarto de hora a repasar lo estudiado con preguntas clave o pruebas rápidas para fortalecer la retención.
Antes de dormir. Hacer una sesión ligera de revisión, de una media hora, para revisar resúmenes, mapas mentales o notas. La repetición breve antes de dormir facilita la consolidación de recuerdos. Después, llega el momento de la desconexión: apagar los dispositivos electrónicos.
Dormir bien. Intentar acostarse y despertarse siempre a la misma hora. La regularidad mejora la calidad del sueño y la consolidación de la memoria.
Desarrollaron un nuevo modelo para alquilar desfibriladores automáticos a un precio accesible, pensando en Pymes, oficinas y clubes.
La muerte súbita es la pérdida inesperada de la función cardíaca, respiratoria y cerebral, que ocurre repentinamente en una persona aparentemente sana. Desde que comienza el cuadro, hasta que se desencadena, transcurre alrededor de una hora y de no tratarse rápidamente puede llevar al fallecimiento del paciente. Los especialistas indican que por cada minuto que transcurre se pierde un 10% de probabilidad de sobrevivir.
En Argentina se producen 40.000 muertes súbitas al año, según las organizaciones cardiológicas, lo que equivale a un caso cada mil habitantes, por lo cual, diferentes organismos internacionales recomiendan y distintas regulaciones locales obligan a los establecimientos concurridos a contar al menos con un desfibrilador automático (DEA). Sin embargo, el elevado costo de equipos, que pueden valer más de 2.000 dólares, los convierte en una inversión que no todas las organizaciones pueden llevar adelante.
Es importante saber RCP debido a que el 70% de las muertes súbitas ocurren fuera de los hospitales. (Foto: Adobe Stock)
Ahora, en una empresa argentina crearon un nuevo modelo de suscripción para dar respuesta a una emergencia invisible: la muerte súbita. Con el fin de brindar una solución a esta problemática, la empresa desarrolló un modelo que le permite a las organizaciones contar con un DEA sin tener que invertir y comprar el equipo, bajo un modelo de suscripción similar al de una plataforma, que incluye capacitación y mantenimiento a un bajo costo mensual.
El RCP y el DEA
El RCP es un procedimiento de emergencia vital que se realiza cuando una persona dejó de respirar o su corazón dejó de latir. Es una combinación de compresiones torácicas y respiración boca a boca para mantener la circulación de sangre oxigenada hasta que se pueda restablecer la respiración y los latidos cardíacos.
Por su parte, el DEA es un dispositivo médico que analiza el ritmo cardíaco y, si es necesario, administra una descarga eléctrica para intentar restablecer un latido normal. Los DEA son fáciles de usar y están diseñados para que cualquier persona, sin ningún tipo de formación médica, pueda aplicarlo en situaciones de emergencia.
Se puede prevenir la muerte súbita, pero no se puede evitar. (Foto: Adobe Stock).
Marcelo Filiberti, Secretario de la Red Nacional de RCP y Prevención de Muerte Súbita de la Federación Argentina de Cardiología destaca: “El 70% de las muertes súbitas son fuera del ámbito hospitalario. Desafortunadamente, es más común de lo que la gente cree y deberíamos estar todos preparados para asistir a un paciente, tanto con maniobras de RCP como con el uso de una herramienta fundamental como es el DEA”.
Una herramienta tan esencial para salvar vidas
Para los especialistas, implementar ambas medidas puede ser vital dado que la combinación de RCP inmediata y desfibrilación temprana puede elevar las tasas de recuperación hasta un 70%. En el caso del DEA, tanto entidades de salud como estatales promueven tener al menos una unidad de este dispositivo en lugares concurridos.
La obligación de que haya un DEA en ciertos lugares
Dentro del marco legal nacional, el Decreto 402/2022 del Ministerio de Salud de la Nación obliga a que en lugares de concurrencia masiva haya al menos un DEA accesible y personal capacitado en RCP. La Ley Nacional 27.159 de promoción y capacitación en RCP y DEA promueve políticas similares. A pesar de esto, los especialistas notan una falta de fiscalización en algunos lugares y confusión normativa entre provincias y municipios.
“Contar con un DEA en espacios donde se suele acumular un número grande de personas, como oficinas, Pymes, clubes, establecimientos educativos, deportivos y culturales, puede ser determinante. Al mismo tiempo, su eficacia depende de actuar en una ventana crítica de 10 minutos, por lo que los dispositivos deben estar en un lugar accesible. Con este servicio, buscamos facilitar y economizar el acceso a una herramienta tan esencial para salvar vidas”, afirma Javier Fernández Cronenbold, cofundador de Jotatec.
Asimismo, añadió: “En los últimos años aumentaron considerablemente las consultas por parte de diferentes organismos para capacitar a su personal con cursos de RCP y adquirir un DEA. Creemos que en 10 años tener un DEA en las casas particulares va a ser tan común como tener otros dispositivos de emergencia, como alarmas y matafuegos”.
En el Ministerio de Salud de la Nación reconocen que, si bien en 2024 se registraron algunas mejoras respecto del año previo, las coberturas del calendario continúan lejos del nivel óptimo. El desplome en las cifras del refuerzo del ingreso escolar.
¿Alcanza con hablar simplemente de un creciente movimiento antivacunas? Hay un hecho: en la Argentina, la cobertura de vacunación viene cayendo de manera generalizada respecto de los niveles de pre-pandemia, y la caída se convierte directamente en un derrumbe para dosis y refuerzos clave que deben aplicarse a los niños desde el inicio de la escolaridad (5 o 6 años).
Este hecho lo confirman estadísticas oficiales nacionales y provinciales, los principales hospitales pediátricos del país, médicos infectólogos, la Sociedad Argentina de Pediatría y organismos internacionales. Pero la dimensión del problema se advierte, además, en su propia consecuencia: la reemergencia de enfermedades que habían sido eliminadas gracias a las altas coberturas de vacunación que históricamente tuvo el país.
Aunque el crecimiento de movimientos antivacunas es real y estaría dejando de tratarse de un fenómeno marginal, especialistas y autoridades de la Salud advierten que la caída de la vacunación en la Argentina responde a un coctel más amplio de problemas:
una disminución de la percepción del riesgo en generaciones que no vieron circular graves enfermedades
fallas en las estrategias territoriales
mensajes confusos a nivel estatal
un sistema de salud deteriorado tras reiteradas crisis
barreras de acceso que afectan sobre todo a los sectores más vulnerables
Pero entre esos factores, hay uno que se destaca: la pandemia y su posterior impacto social y emocional que habría generado desgaste y agotamiento, deteriorado la confianza pública y alterado la relación de buena parte de la población con la idea misma de prevención y salud pública.
Caída drástica en los refuerzos en niños y adolescentes
Los datos oficiales recopilados por el Ministerio de Salud nacional permiten dimensionar la caída en la vacunación. La primera dosis de la Triple Viral (que previene sarampión, rubéola y paperas) pasó de una cobertura del 86,2% en 2019 a 83,2% en 2024, pero las bajas pronunciadas aparecen en los refuerzos del inicio escolar (5 o 6 años): la cobertura del refuerzo de Triple Viral descendió del 84,2% de antes de la pandemia a 54,8% en 2023 y a 46,7% en 2024. Algo similar ocurre con la vacuna contra la poliomielitis: mientras la dosis que se administra a los 6 meses cayó de 83,3% en 2019 a 73,9% en 2023, con leve repunte hasta 77,6% el año pasado, el refuerzo de los 5 años se desplomó del 84,4% al 47,6% en el mismo período.
Entre los adolescentes, la Triple Bacteriana Acelular (contra difteria, tétanos y la tos convulsa o coqueluche) pasó de una cobertura del 80,2% en 2019 a 54,1% en 2024. Y las dosis de VPH -que previenen infecciones por el Virus del Papiloma Humano asociadas a distintos cánceres- mostraron un descenso de más de 30 puntos entre 2019 y 2024 tanto en mujeres como en varones.
La vacunación es una responsabilidad compartida en la Argentina: el Estado nacional adquiere y distribuye las dosis, mientras que las provincias son las principales encargadas de aplicarlas y sostener la estrategia territorial. El Gobierno nacional celebró recientemente una mejora entre las coberturas registradas en 2024 respecto de las de 2023 y destacó puntualmente el repunte de algunas vacunas del esquema inicial, como la primera dosis de Triple Viral, la tercera dosis contra la poliomielitis y la de Hepatitis B aplicada al nacer, que efectivamente registraron subas en el último año. Sin embargo, esa recuperación convive con un panorama que sigue siendo delicado: los refuerzos del ingreso escolar y los de la adolescencia, segmentos donde se observan las caídas más pronunciadas, continúan mostrando los peores niveles de todo el calendario.
Alto riesgo de reemergencia de enfermedades
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) advierte que este cuadro configura una “caída histórica” de las coberturas infantiles y adolescentes, con niveles críticamente bajos y varias dosis estratégicas que no llegan al 50%. Las coberturas inferiores al 70% dejaron de ser algo excepcional, y se configura un escenario que en la SAP describen como uno de “fragilidad inmunológica colectiva” y de riesgo de reemergencia de enfermedades controladas.
Un ejemplo es el coqueluche o tos convulsa, enfermedad especialmente grave en niños pequeños y lactantes, cuya vacuna es una de las que, como se mencionó, sufrió una fuerte caída de cobertura. De acuerdo con el último Boletín Epidemiológico Nacional, en la última semana se registraron 77 casos nuevos y el total de confirmados en 2025 asciende a 765, distribuidos en 20 jurisdicciones. Los casos notificados en 2025 superan los de los cuatro años previos para el mismo período y representan un incremento cercano al 300% respecto de 2024.
El mayor registro corresponde a la Región Centro, con 579 casos -391 en la provincia de Buenos Aires, de mayor peso poblacional-, mientras que en la Región Sur se notificaron 153, principalmente vinculados al brote en Tierra del Fuego. El propio boletín destaca que, dado que la vacunación es la principal medida de prevención, es necesario mejorar las coberturas: provincias como Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Neuquén, Mendoza y San Juan mantienen buenos niveles, con esquemas completos y menor acumulación de susceptibles, pero Buenos Aires, CABA, Formosa, Santa Fe, Corrientes y Misiones exhiben coberturas intermedias o bajas, sobre todo en los refuerzos de 5 y 11 años.
Es por esto que médicos de todo el país hacen un llamado urgente para que todas las personas, sobre todo los grupos de riesgo, acudan al centro de salud más cercano para completar el calendario nacional de vacunación.
“Este pedido es especialmente para embarazadas o familias con niños pequeños. Pero es necesario que los adultos también vayan a vacunarse porque esta es la única manera en que dejan de ser agentes de transmisión o dejan de tener la enfermedad para no propagarla al resto de la familia”, explica la Dra. Mariela Echenique, presidenta del Colegio Médico de Neuquén.
En resumen, la profesional resalta la importancia de completar el carnet de vacunación: “La vacuna no solo protege a quien la recibe, sino que esto genera una barrera de protección para el resto de la población. Sabemos que el cambio en la vida, en la humanidad, se debe en gran medida a la aparición de las vacunas y a la gran fuerza que se han ejercido en las políticas públicas sobre todo en nuestro país, completando el carnet de vacunación”.
Razones que explican la caída de la cobertura de vacunación en la Argentina
Si el cuadro general de situación es bastante claro, la pregunta inevitable es por qué la Argentina llegó a estos niveles de cobertura de vacunación.
Alejandra Gaiano —infectóloga pediatra, especialista en salud pública y prosecretaria del Comité de Infectología Pediátrica de la Sociedad Argentina de Pediatría— recuerda que, según las cifras oficiales, casi la mitad de los chicos menores de 14 años están debajo de la línea de la pobreza en la Argentina. Teniendo eso en cuenta, una parte del problema estaría en el “acceso”. Gaiano señala además que el deterioro general del sistema de salud, la pérdida de recurso humano y la disminución de las campañas activas en territorio —la vacunación casa por casa, la presencia en las escuelas y espacios donde transitan los niños, más allá de campañas de comunicación- limitan la capacidad de reforzar las coberturas.
Por otro lado, advierte, en un contexto de mayor desconfianza luego de la pandemia, las vacunas “son víctimas de su propio éxito”: “Hay movimientos antivacunas que cada vez son más grandes y más intensos en nuestro país. Pero hay también muchas personas que, sin estar en contra de las vacunas activamente, no ven necesario vacunarse: personas que no han visto nunca sarampión, ni polio, ni tos convulsa. Es difícil que puedan ponderar su importancia. Hay protección comunitaria por las vacunas, y hay eliminación de enfermedades por las vacunas. Pero si no se vacuna, va a haber resurgimiento de enfermedades prevenibles por vacunas, como coqueluche, que tenemos un brote tremendo ahora mismo”, agrega Gaiano.
Adolfo Rubinstein —médico, exministro nacional de Salud y actual director del Centro de Implementación e Innovación en Políticas de Salud del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria— marca la pandemia como un punto de inflexión. Se refiere a una suerte de “fatiga social”, un fenómeno que habría afectado la confianza y el cumplimiento con prácticas de prevención que antes tal vez estaban naturalizadas. “Las sociedades en general a nivel global no quieren saber absolutamente nada con lo que fue la pandemia y este fenómeno a nivel local es muy fuerte. La desconfianza no es solo con la vacuna del coronavirus, se trata de una reacción más amplia que se expande a la vacunación en general, por una suerte de asociación de lo que fue la tragedia de la pandemia y sobre todo en países como el nuestro que tuvo consecuencias más graves con el largo confinamiento”, señala.
A esa reacción social pospandémica, Rubinstein suma otros factores que habrían contribuido a la caída de las coberturas. Por un lado, el crecimiento de grupos antivacunas, que solían ser marginales y “no movían la aguja”, pero que, impulsados por la dinámica de las redes sociales, comenzaron a tener mayor visibilidad e influencia. Pero eso estaría ligado a un cambio cultural todavía más profundo: un clima de creciente “desconfianza pública” y de predominio de las decisiones individuales que erosiona prácticas como la vacunación “que tienen un fondo muy solidario, por lo que significan las externalidades positivas: cuanta más gente se vacuna, más se protegen los demás”.
Rubinstein observa además un relajamiento de los mecanismos de control que históricamente acompañaban el cumplimiento del calendario —desde el ingreso a las escuelas hasta la certificación del cumplimiento como parte de las condicionalidades de la Asignación Universal por Hijo— y cuestiona que el Gobierno nacional haya “delegado toda la responsabilidad en las provincias”, cuando “encabezar las campañas de refuerzo de vacunación es una responsabilidad inherente al Estado nacional”.
A fines de noviembre, después del escándalo generado por una actividad antivacunas en la Cámara de Diputados de la Nación, el Gobierno nacional y la mayoría de las provincias publicaron un comunicado conjunto para defender la vacunación obligatoria, gratuita y destacar su eficacia comprobada.
En el Ministerio de Salud de la Nación reconocen que, si bien en 2024 se registraron algunas mejoras respecto del año previo, las coberturas del calendario continúan lejos del nivel óptimo. Plantean que la caída es “multicausal” y parte de una tendencia global, atribuida a los efectos prolongados de la pandemia, cambios en la percepción del cuidado de la salud, pérdida de percepción del riesgo y la creciente desinformación.
Por otro lado, en la cartera sanitaria consideran que parte de la caída respondería parcialmente a un “sinceramiento de los datos” desde el 2023, por el uso generalizado a nivel nacional del Registro Nominal de Vacunación Electrónico (RNVe) para la notificación de las vacunas aplicadas, sumado a una unificación de los criterios de vacunación a nivel federal, lo que habría impactado en la cantidad de dosis notificadas por las distintas jurisdicciones, y en resultados de cobertura menores a los de años previos. Aunque ese argumento no explicaría la reemergencia de enfermedades controladas, como señala Gaiano de la SAP.
En el Ministerio nacional describen una serie de medidas que, aseguran, buscan mejorar la información y el seguimiento de las coberturas, como el recientemente lanzado Tablero de Monitoreo del Calendario Nacional de Vacunación, para realizar un seguimiento de las estrategias de cada provincia e identificar brechas o retrasos, y el desarrollo de aplicaciones para que los equipos del primer nivel de atención registren dosis en tiempo real. También señalan la creación de mesas de gestión con los representantes de Salud y Educación de las 24 provincias para implementar acciones en escuelas y espacios comunitarios. Se encargan de destacar, sin embargo, que estas herramientas buscan mejorar el monitoreo y reducir oportunidades perdidas, aunque la aplicación efectiva de las dosis sigue dependiendo de cada jurisdicción.
La situación en América: datos y advertencias de la OPS
Ante una consulta de Todo Noticias, desde el Programa Especial de Inmunización Integral (CIM) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) remarcaron que, a diferencia de otras regiones, América ha mostrado una recuperación positiva de las coberturas de vacunación en los últimos años, incluso por encima de los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, en el organismo internacional advierten que el crecimiento sigue siendo lento y que persisten importantes brechas entre los países y dentro de los mismos: más de 1,4 millones de niños y niñas en la región no recibieron en 2024 ni una sola dosis de la vacuna contra difteria, tétanos y tos convulsa.
Caída de la vacunación en la Argentina. (Infografía: TN Videolab)
Entre las razones que explican el lento crecimiento de coberturas de vacunación, la OPS enumera:
La interrupción de servicios de salud durante la pandemia
La disminución de la demanda por menor percepción del riesgo de enfermedades prevenibles por vacunación
Limitaciones de acceso por dificultades logísticas para llevar la vacunación a zonas alejadas de centros urbanos
Crisis económicas
El aumento de la migración
El impacto creciente de la desinformación que viene proliferando con fuerza en los últimos años a nivel global
Desde el organismo recuerdan el peso concreto que tiene la vacunación para la salud pública: en los últimos 50 años, las vacunas evitaron 154 millones de muertes en el mundo. Solo en América, la vacuna contra el sarampión salvó más de 6 millones de vidas desde el año 2000 y se estima que entre 2021 y 2030, las vacunas evitarían 3,6 millones de muertes.
En ese marco, la OPS señala que una caída o estancamiento de las coberturas supone siempre riesgos reales: la posibilidad de reaparición de enfermedades eliminadas, un aumento de hospitalizaciones y una mayor vulnerabilidad ante brotes epidémicos, además de impactos económicos (costos por tratamiento, ausencia laboral, entre otros). “Estamos en un momento crítico a nivel global. Las Américas este año han perdido el estatus de libre de sarampión endémico, y han aparecido brotes de enfermedades prevenibles como tos ferina (tos convulsa) o fiebre amarilla”, advirtió el organismo.
Créditos
Diseño de portada: Sebastián Neduchal – Iván Paulucci
El ruido, los cambios en las rutinas y las expectativas influyen en la conducta de los chicos. En exclusiva para Infobae, especialistas de INECO comparten recomendaciones para acompañarlos y favorecer un feliz encuentro familiar
Las celebraciones de fin de año constituyen un entorno de sobrecarga sensorial y social: luces, ruidos, cambios de rutina, horarios extendidos y múltiples interacciones. Para el cerebro infantil, que aún está desarrollando sus redes de autorregulación emocional, control inhibitorio y flexibilidad cognitiva, este combo puede ser un verdadero desafío.
Comprender cómo funciona el neurodesarrollo ayuda a ajustar expectativas y a acompañar mejor. No se trata de “portarse bien”, sino de que el sistema nervioso de un niño opera distinto fuera de su estructura diaria.
Sueño alterado, comidas diferentes y un ambiente ruidoso aumentan la probabilidad de desregulación. La flexibilidad ajustada, sin perder límites, es clave para que la noche sea disfrutable también para ellos.
“Los niños regulan mejor cuando se sienten seguros y acompañados. Un momento previo de conexión (juego breve, abrazo, charla) fortalece su ‘tanque afectivo’ y disminuye la activación del ‘cerebro de alarma’. De igual manera, respetar su comodidad física y evitar exigencias innecesarias, como ropa que molesta o mesas demasiado largas, reduce tensiones que luego se traducen en conductas desbordadas”, señala la doctora Andrea Abadi (MN 76.165), médica psiquiatra y directora del Departamento Infanto Juvenil de INECO.
Ofrecer espacios tranquilos y permitir pausas ayuda a que los niños recuperen el equilibrio emocional (Imagen Ilustrativa Infobae)
También es importante recordar que su autorregulación aún está en desarrollo. Pedir calma absoluta durante largas sobremesas o en entornos de sobrecarga sensorial no es realista: el cerebro infantil no cuenta todavía con funciones ejecutivas plenamente maduras para sostenerlo.
Por eso, ofrecer opciones, habilitar pausas, permitir que se retiren unos minutos o acompañarlos en espacios más tranquilos ayuda a restablecer el equilibrio emocional.
Del mismo modo, es esencial respetar los límites corporales. Forzar saludos físicos no deseados activa respuestas de estrés en muchos niños. Permitir que elijan cómo saludar, con palabras, sonrisa, choque de manos o abrazo si así lo desean, promueve autonomía, seguridad y respeto por su cuerpo.
Recomendaciones
Cuando el cerebro sabe qué esperar, se reduce la reactividad emocional.
Ofrecer elementos reguladores (como auriculares si el ruido los incomoda) u organizar pequeños descansos previene que el sistema nervioso alcance un punto de saturación.
Si aparece irritabilidad o desborde, una breve salida del estímulo —un pasillo, balcón o patio— ayuda a bajar la activación emocional y permite reorganizar el comportamiento.
Recordar que los niños no cuentan con la misma capacidad de regulación que los adultos evita frustraciones.
Reducen el malestar físico y, con ello, la probabilidad de desregulación emocional.
En síntesis, “Las fiestas pueden ser un momento hermoso para compartir con los chicos si recordamos que su cerebro todavía está aprendiendo a regularse. Cuando anticipamos, acompañamos y respetamos sus tiempos y su cuerpo, todo fluye mejor. Menos exigencia y más conexión, a veces eso es todo lo que necesitan para que la noche sea realmente disfrutable para todos”, concluye la doctora Abadi.