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Bienestar

La cara invisible de las mentes brillantes: prejuicios, inseguridad y aislamiento

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Detrás de la inteligencia excepcional hay un universo de emociones intensas, malentendidos y desafíos cotidianos que pocas veces se muestran fuera del mito del “genio”.

En la cultura popular, los genios suelen aparecer como visionarios inalcanzables. Desde Sheldon Cooper en The Big Bang Theory hasta la el peso invisible de la alta inteligencia del detective de la serie francesa Alta Capacidad Intelectual (HPI), la ficción tiende a retratar a las personas superdotadas como excéntricas, desbordadas o socialmente torpes. Pero detrás de esas caricaturas hay realidades mucho más complejas.

“Poseer una inteligencia excepcional no garantiza ni el bienestar ni el éxito”, advierte la psicóloga y psicoanalista Monique de Kermadec, referente internacional en el estudio de adultos con altas capacidades. Según explica, “la intensidad intelectual y emocional de estas personas suele generar malentendidos; se las considera demasiado curiosas, demasiado exigentes o demasiado sensibles”.

La especialista sostiene que la superdotación no es una ventaja automática, sino una forma diferente de procesar el mundo. “Uno no se convierte en adulto superdotado de forma espontánea: lo es desde la infancia, aunque a veces nadie lo note”, aclara.

Prejuicios, soledad y la dificultad de encajar

En la vida cotidiana, los adultos con altas capacidades enfrentan una paradoja: su rapidez mental y creatividad los destacan, pero también los aíslan. “Hay quienes aprenden a ocultar su diferencia para no sentirse juzgados”, observa el investigador Jordi Ojeda, autor del análisis sobre la novela gráfica Como un pájaro en una pecera de Lou Lubie.

En ese relato, los personajes —un pájaro y un pez— representan dos maneras opuestas de vivir la superdotación: uno lo asume con naturalidad, el otro lo esconde por miedo a no ser comprendido.

Lubie, quien entrevistó a personas reales con alto potencial intelectual, afirma: “Quise desmontar las ideas preconcebidas. No todos los superdotados son genios arrogantes o incomprendidos: muchos viven con inseguridad o con síndrome del impostor”.

Su cómic, como los trabajos de divulgación de De Kermadec, busca romper estereotipos y mostrar que la diferencia no implica superioridad ni excentricidad, sino un funcionamiento cerebral y emocional particular.

Cuando la exigencia se vuelve un peso

Estudios recientes, como los citados por la Universidad de La Rioja y Clinical Pediatrics, revelan que los adultos con altas capacidades suelen compartir ciertos rasgos: perfeccionismo, autoexigencia y tendencia al aislamiento. Estos hábitos, visibles en figuras como Steve Jobs, Bill Gates o Elon Musk, pueden impulsar la creatividad, pero también derivar en ansiedad y agotamiento.

Las personas con altas capacidades suelen enfrentar incomprensión y soledad emocional. (Foto: Adobe Stock)
Las personas con altas capacidades suelen enfrentar incomprensión y soledad emocional. (Foto: Adobe Stock)

La psicóloga Lara Ferreiro, especializada en relaciones y bienestar emocional, advierte que “muchas personas con alta capacidad desarrollan una autocrítica feroz y viven con la sensación de no estar a la altura de sus propias expectativas”. Esa tensión interna puede transformarse en lo que De Kermadec llama hipersensibilidad existencial: una forma de sentirlo todo más intensamente.

“Para mejorar la calidad de vida, lo primero es conocerse. Si vivimos nuestra diferencia como algo negativo, buscaremos desesperadamente encajar”, explica la autora. “En cambio, cuando entendemos nuestras necesidades, dejamos de seguir el manual de instrucciones que nos impone otra persona.”

Cambiar la mirada social

Tanto desde la psicología como desde el arte, crece la necesidad de hablar de los adultos superdotados sin idealizarlos ni estigmatizarlos. “La inteligencia no es un trofeo, es un modo de estar en el mundo”, sintetiza Ojeda.

Lou Lubie lo representa en una de las escenas más citadas de su novela, cuando una madre le dice a su hijo: “Los otros niños no son como tú”, en lugar de “Tú no eres como los otros niños”. La diferencia del enfoque es clave: no se trata de clasificar, sino de comprender.

De Kermadec coincide: “El objetivo no es separar a los superdotados del resto, sino facilitar la relación entre quienes piensan de forma distinta y quienes no. Comprenderlos es la mejor manera de integrarlos”.

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Bienestar

Qué son los fotoinmunoprotectores orales, la nueva estrategia para el cuidado integral de la piel

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Se trata de un enfoque preventivo que combina ciencia y evidencia clínica.

La creciente evidencia científica sobre los efectos acumulativos de la radiación ultravioleta, la luz azul de pantallas y la contaminación ambiental llevó a la dermatología a ampliar su mirada sobre el cuidado de la piel.

En este contexto, los fotoinmunoprotectores orales se consolidan como un complemento relevante dentro de las estrategias preventivas durante todo el año y especialmente durante el verano, cuando la exposición solar se intensifica.

“La protección solar ya no puede pensarse únicamente desde lo tópico. Hoy sabemos que la piel sufre agresiones constantes que generan daño celular, inflamación y alteraciones en el ADN, incluso fuera de la exposición directa al sol”, explica la Dra. Leisa Molinari (M.N. 116.628), médica dermatóloga y especialista en cáncer de piel.

Es importante ponerse protector solar. (Foto: Adobe Stock)
Es importante ponerse protector solar. (Foto: Adobe Stock)

Molinari, especialista en cirugía micrográfica de Mohs, una técnica quirúrgica de alta precisión para extirpar cánceres de piel, profundizó a partir de su formación en oncología cutánea en el estudio del Polypodium leucotomos, un extracto natural derivado de un helecho, reconocido por su capacidad para proteger el ADN celular, reducir el daño inducido por radiación UV y modular la respuesta inflamatoria de la piel.

Diversos estudios clínicos demostraron que su administración se asocia a una reducción del eritema posterior a la exposición solar, menor daño genético y preservación de las células de Langerhans, vitales para la inmunidad cutánea.

Un aliado para el cuidado de la piel

Los hallazgos sirvieron de base para el desarrollo de un suplemento oral fotoinmunoprotector formulado con activos de respaldo científico, que actúa fortaleciendo las defensas naturales de la piel desde el interior.

Su fórmula combina polypodium leucotomos con antioxidantes como el resveratrol, vitaminas A, C, D3 y E, licopeno y ácido hialurónico, que trabajan de manera sinérgica sobre procesos clave como el estrés oxidativo, la inflamación, la hidratación y la reparación celular.

La piel puede cuidarse de varias maneras. (Foto:  AnnaHar - stock.adobe.com)
La piel puede cuidarse de varias maneras. (Foto: AnnaHar – stock.adobe.com)

Su diseño en cápsulas facilita su incorporación en la rutina diaria. La experta señaló: “Mi deseo es que quienes lo usen experimenten una piel más fuerte, luminosa y protegida de forma duradera. Sé que este producto puede marcar una diferencia real, y me emociona pensar en el cambio que juntos podemos lograr en la vida de tantas personas”.

Cuáles son los efectos

Estudios clínicos demostraron que, tras solo 24 horas de la primera dosis del producto, se observa una disminución significativa en el daño celular, reforzando la capacidad de reparación del ADN y minimizando los signos de envejecimiento prematuro. “No solo protege la piel sino que transforma la manera en que enfrentamos el cuidado personal, integrando innovación y practicidad”, explica Molinari.

Además, dijo que, desde la Dermatología, el desafío hoy es anticiparse al daño y no solo tratar sus consecuencias, e indicó que, pensar la piel de manera integral implica fortalecer sus mecanismos de defensa frente a agresiones cotidianas como la radiación, la luz azul y la contaminación, y acompañar ese proceso con herramientas innovadoras basadas en evidencia científica. “La prevención sostenida es clave para una piel más sana a lo largo del tiempo”, culminó.

En sintonía con la evolución de la dermatología preventiva, la fotoprotección oral se consolida como una herramienta innovadora que amplía el abordaje tradicional del cuidado cutáneo. Al fortalecer los mecanismos de defensa de la piel frente a agresiones cotidianas —como la radiación, la luz azul y el estrés ambiental—, este enfoque pone el acento en la prevención del daño acumulativo y en el cuidado sostenido a mediano y largo plazo, acompañando de manera complementaria a todos los tratamientos dermatológicos/estéticos y promoviendo una piel más resistente y saludable.

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Vacaciones escolares: cómo descansar sin que los chicos se desconecten por completo del aprendizaje

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Columnista invitada (*) | Qué ocurre en el cerebro infantil durante el receso y cómo acompañar desde casa sin sobrecargar.

Cada año, cuando comienzan las vacaciones escolares, surge la misma pregunta en muchas familias: ¿conviene que los chicos “no hagan nada” o es importante sostener algún tipo de actividad vinculada al aprendizaje? Desde la neurociencia, se propicia y se sabe que el cerebro necesita descansar, pero no desconectarse por completo del aprendizaje.

Las vacaciones no deberían pensarse como una pausa cognitiva absoluta, sino como un período en el que el aprendizaje cambia de forma, de ritmo y de escenario.

Si bien es necesario el descanso de las exigencias cotidianas escolares, el cerebro infantil no entra en pausa. El cerebro de chicos y adolescentes se caracteriza por una alta plasticidad neuronal, que es la gran capacidad que tiene nuestro cerebro, para modificarse a partir de la experiencia. Esta plasticidad no se apaga durante las vacaciones: por el contrario, sigue activa y es especialmente sensible a estímulos sociales, emocionales, y lúdicos.

La lectura es importante para el desarrollo en la infancia también en vacaciones. (Foto: Adobe Stock)
La lectura es importante para el desarrollo en la infancia también en vacaciones. (Foto: Adobe Stock)

La evidencia científica muestra que el cerebro aprende mejor cuando se combinan la emoción, motivación, sentido, experiencias significativas. Durante el ciclo lectivo, muchas de estas condiciones se organizan dentro del aula. En vacaciones, el desafío es recrear esos estímulos desde la vida cotidiana, sin reproducir el formato escolar.

En la literatura científica, existe llamado el summer learning loss, también llamado summer slide. Este término describe la pérdida parcial de habilidades académicas durante las vacaciones prolongadas, especialmente en sistemas educativos con recesos largos. Descansar no implica desconectarse del aprendizaje. Un verano con estructura amable, juego, vínculo y estimulación adecuada permite que los niños regresen a la escuela más seguros, motivados y emocionalmente disponibles para aprender.

Cómo evitar que los niños pierdan habilidades durante el verano

El verano no tiene por qué ser un tiempo de retroceso en los aprendizajes. Por el contrario, cuando se planifica de manera equilibrada, puede transformarse en una oportunidad valiosa para consolidar habilidades, fortalecer la autonomía y cuidar el bienestar emocional de los niños.

Algunas pautas clave para prevenir el Summer Slide incluyen:

  • Sostener una mínima rutina flexible, incorporando momentos breves y regulares de lectura, juegos cognitivos o actividades creativas, sin replicar el formato escolar.
  • Fomentar la lectura por placer, adaptada a los intereses y nivel del niño, incluyendo lectura compartida en voz alta, cómics, audiocuentos o libros con apoyos visuales.
  • Aprender jugando, a través de juegos matemáticos, de mesa, simbólicos y actividades cotidianas (cocinar, ordenar, construir), que estimulan funciones ejecutivas, lenguaje y razonamiento.
  • Usar la tecnología con criterio, priorizando aplicaciones educativas con base científica y tiempos acotados, siempre acompañados por un adulto.
  • Cuidar el desarrollo socioemocional, promoviendo espacios de juego con pares, actividades familiares cooperativas y conversaciones que favorezcan la expresión emocional.

Es importante aclarar algo central: prevenir el summer learning loss no implica adelantar contenidos ni llenar las vacaciones de tareas escolares. De hecho, la sobrecarga cognitiva y el estrés también interfieren negativamente en el aprendizaje.

La continuidad de los hábitos cognitivos

Desde la neurociencia, sabemos que lo que protege al cerebro no es la cantidad de ejercicios, sino la continuidad de ciertos hábitos cognitivos básicos: leer, conversar, jugar, moverse y resolver problemas cotidianos. Estos hábitos mantienen activas las redes neuronales que luego la escuela vuelve a potenciar.

Las rutinas cumplen una función neurobiológica clave. No se trata de horarios rígidos, sino de ritmos predecibles que le dan seguridad al cerebro. Cuando los niños pierden completamente la noción de horarios, el sistema nervioso entra en un estado de mayor desorganización, lo que impacta en:

  • La regulación emocional,
  • La atención,
  • El descanso,
  • La tolerancia a la frustración.

Rituales diarios

Pequeños rituales diarios, como leer antes de dormir, compartir una comida sin pantallas o conversar sobre el día, ayudan a sostener la autorregulación, una de las funciones ejecutivas centrales para el aprendizaje (Diamond, 2013).

Cocinar puede ser una divertida experiencia para los niños. (Foto: Adobe Stock)
Cocinar puede ser una divertida experiencia para los niños. (Foto: Adobe Stock)

La lectura es, probablemente, el hábito más poderoso y más subestimado durante las vacaciones. Desde la neurociencia cognitiva, sabemos que leer activa redes complejas que integran: lenguaje, memoria, atención, imaginación y funciones ejecutivas.

No importa si leen cuentos, cómics, novelas gráficas, revistas o recetas: lo importante es leer todos los días, aunque sea pocos minutos.

El juego no es un descanso del aprendizaje: es una de sus formas más eficaces. Cuando los niños juegan, el cerebro:

  • Libera dopamina (clave para la motivación),
  • Ejercita la memoria,
  • Regula la atención,
  • Entrena el control de impulsos,
  • Aprende a seguir reglas,
  • Desarrolla pensamiento flexible.

Juegos de mesa, cartas, rompecabezas, juegos de construcción o desafíos lógicos estimulan funciones ejecutivas fundamentales, especialmente en edades tempranas (Howard-Jones, 2011).

Conversar también es aprender, es así como el lenguaje oral se convierte en una herramienta cognitiva central. Conversar sobre lo vivido, explicar cómo se hizo algo, debatir decisiones cotidianas o narrar una experiencia fortalece:

  • La comprensión
  • El pensamiento abstracto
  • La cognición social
  • La regulación emocional

Muchas habilidades como esta son las que luego impactan en la lectura y la escritura si se entrenan primero en la conversación cotidiana.

La actividad física no solo mejora la salud corporal: también potencia el funcionamiento cerebral. Esta es la premisa en la que el cuerpo y el cerebro se convierten en una unidad inseparable. Diversos estudios muestran que el movimiento:

  • Mejora la atención
  • Favorece la memoria
  • Reduce el estrés
  • Optimiza el estado de ánimo

El cerebro aprende mejor cuando el cuerpo se mueve

Las vacaciones son una oportunidad privilegiada para entrenar habilidades que la escuela no siempre puede trabajar en profundidad: como las funciones ejecutivas, son las que en definitiva nos ayudan a aprender para la vida. Fomentan el desarrollo de autonomía, planificación, toma de decisiones y resolución de problemas reales.

Lee también: Vacaciones, el remedio natural para la fatiga mental

Cocinar, organizar una salida, preparar una valija o administrar un pequeño presupuesto son situaciones cotidianas que activan funciones ejecutivas clave.

Descansar también es aprender

El descanso cumple un rol fundamental en la consolidación de la memoria. Durante el sueño y los períodos de menor exigencia cognitiva, el cerebro reorganiza, integra y fortalece lo aprendido.

Por eso, descansar no es “desconectarse”, sino cambiar el modo de aprender:

  • Sin presión
  • Sin evaluación
  • Sin rendimiento inmediato

Las vacaciones no son un tiempo perdido para el cerebro. Bien acompañadas, son un período de enorme valor neuroeducativo. No se trata de adelantar contenidos, sino de sostener el vínculo con el aprendizaje desde el juego, la curiosidad y la vida cotidiana y que suceda durante las vacaciones permite que el cerebro lo ordene, lo integre y vuelva a aprender con más ganas.

(*) Mariela B. Caputo es doctora de la Facultad de Medicina UBA, licenciada en psicopedagogía (M.P. N°199.685), Master en neuropsicología, especialista y directora de Nivel Inicial, autora colección PEALI (Plan estratégico de adquisición de lectura Inicial. Ed. Neuro aprendizaje infantil)

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Bienestar

Un novedoso estudio científico relaciona el consumo de algunos lácteos grasos con menor riesgo de demencia

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Una investigación realizada en Suecia aportó evidencia sobre cómo la elección de ciertos derivados de la leche puede ofrecer beneficios inesperados para la salud cerebral

Comer al menos 50 gramosComer al menos 50 gramos de queso graso cada día (el equivalente a dos rebanadas de cheddar o media taza de queso rallado) se asoció con una reducción del 13% en el riesgo de desarrollar demencia (Freepik)

Consumir queso graso y crema alta en grasa de forma regular podría estar relacionado con un menor riesgo de desarrollar demencia. Así lo sugiere una investigación reciente realizada en Suecia y publicada por la revista Neurology.

Con la participación de más de 27.000 adultos, este estudio ofrece perspectivas renovadas sobre el papel de los productos lácteos en la prevención de enfermedades neurodegenerativas y abre el debate sobre si algunos alimentos, hasta ahora señalados como poco saludables, podrían tener un impacto distinto en la salud cerebral.

Por ahora, los autores no sugieren modificar de manera inmediata la dieta incorporando más quesos y cremas con alto contenido de grasa, ya que son necesarios nuevos estudios.

El estudio, desarrollado por la Universidad de Lund, siguió a 27.670 personas durante un periodo promedio de 25 años. Los participantes, con una edad inicial de 58 años, mantuvieron registros semanales de su alimentación y respondieron preguntas sobre sus hábitos de consumo de distintos lácteos a lo largo de los años previos. La investigación puso el foco en el consumo de queso graso y crema alta en grasa, dos productos tradicionales en la mesa sueca.

La investigación, publicada en Neurology,La investigación, publicada en Neurology, analizó a más de 27.000 adultos durante un promedio de 25 años Freepik

Durante el seguimiento, 3.208 participantes fueron diagnosticados con algún tipo de demencia. Al analizar la información, el equipo detectó diferencias claras entre quienes consumieron distintos volúmenes de estos lácteos.

Comer al menos 50 gramos de queso graso cada día (el equivalente a dos rebanadas de cheddar o media taza de queso rallado) se asoció con una reducción del 13% en el riesgo de desarrollar demencia frente a quienes ingirieron menos de 15 gramos diarios. De igual modo, quienes incluyeron 20 gramos o más de crema alta en grasa por día (aproximadamente 1,4 cucharadas soperas) mostraron una disminución del 16% en el riesgo, siempre comparado con quienes no consumían esa crema.

Las variedades estudiadas incluyeron quesos como cheddarBrie y Gouda, todos con más del 20% de grasa en su composición, y cremas con una proporción de grasa entre 30 y 40%. “Nuestro estudio mostró que ciertos productos lácteos con alto contenido de grasa pueden en realidad estar asociados a una menor probabilidad de demencia, lo que desafía varias ideas previas sobre las grasas y la salud del cerebro”, expresó Emily Sonestedt, autora principal.

Participantes que consumieron al menosParticipantes que consumieron al menos 50 gramos diarios de queso graso tuvieron un 13% menos riesgo de desarrollar demencia (Pexels)

No todos los lácteos ejercen el mismo efecto

El análisis no encontró ningún vínculo protector entre otros lácteos como queso bajo en grasacrema baja en grasaleche entera o descremadamantequilla ni productos fermentados como yogurt o kéfir. “Estos resultados sugieren que, en materia de salud cerebral, no todos los derivados lácteos ofrecen los mismos beneficios posibles”, afirmó Sonestedt.

La investigación detalló que entre quienes consumieron más queso graso, la posibilidad de desarrollar demencia vascular fue un 29% menor en comparación con quienes comieron menos. En el caso del Alzheimer, la relación positiva solo apareció en quienes no poseen el gen APOE e4, conocido factor de riesgo para esta enfermedad.

Aunque las cifras resultan alentadoras, la propia autora principal subrayó que el estudio identifica una asociación y no establece una relación causal directa. Todos los datos sobre la dieta se recolectaron al inicio del trabajo, sin actualizaciones periódicas, y la totalidad de los participantes eran de Suecia, lo que limita la extrapolación a otros países y culturas.

Ingerir 20 gramos o másIngerir 20 gramos o más de crema alta en grasa al día se vinculó a una reducción del 16% en el riesgo de demencia – (Imagen Ilustrativa Infobae)

Tal como señaló Sonestedt: “En Suecia solemos consumir el queso sin cocinar, mientras que en Estados Unidos hay más tendencia a calentarlo o combinarlo con carnes”. Esto podría influir en la manera en que el organismo procesa estos alimentos.

Otras variables relacionadas con el estilo de vida, como la actividad física o el cuidado vascular, podrían intervenir en los hallazgos. El acceso igualitario a servicios sanitarios en Suecia es otro posible factor de peso en los resultados.

El mensaje de los autores del estudio apunta a eliminar el temor desproporcionado ante estos productos. “Nuestro mensaje no es incitar a modificar la dieta de inmediato, sino transmitir tranquilidad frente al temor que generaban estos alimentos”, concluyó Sonestedt.

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