CORRUPCION
“Pasamos hambre”: la angustiante situación de las comunidades indígenas de El Impenetrable, en primera persona
Desde marzo, rige una medida cautelar que ordena al gobierno de Leandro Zdero garantizar la provisión de agua potable y alimentos a la comunidad Wichí en El Impenetrable. Sin embargo, la situación es cada día peor. Los testimonios de los pobladores pintan un panorama de precariedad, hambre y falta de medicamentos, contradiciendo la versión oficial. La Defensora General Adjunta insistió al juez de la causa que ordene al gobierno acatar la sentencia. Caso contrario, pidió que se imponga multas a los funcionarios responsables.
Todo está peor. Precariedad, hambre y falta de medicamentos. Este es el panorama que atraviesa por estas horas a las comunidades Wichí de El Impenetrable chaqueño, a cuatro meses de que se dictara una medida cautelar que obligó al gobierno provincial proveerles de alimentos y agua potable, en medio de un agravamiento de sus condiciones de vida producto de las persistentes políticas de ajuste.
En este contexto, la Defensora General Adjunta, Gisela Gauna Wirz, denunció ante el titular del Juzgado Civil y Comercial 6 de Resistencia, Jorge Sinkovich, el persistente incumplimiento de la medida cautelar dictada el pasado 18 de marzo en favor de las comunidades indígenas asentadas en las localidades de Misión Nueva Pompeya, El Sauzalito, Fuerte Esperanza y poblaciones de parajes El Tartagal, Tres Pozos, Nueva Población, Pozo del Toba, Comandancia Frías; Fortín Belgrano y todas aquellas ubicadas en el Departamento General Güemes.
La resolución del juez Sinkovich amplía al pueblo Wichí los alcances de una medida cautelar dictada en 2007 por la Corte Suprema, que originalmente beneficiaba solo al pueblo Qom. Aquella medida fue impulsada por el entonces Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, quien denunció en ese momento un “genocidio silencioso” durante la gestión del exgobernador Roy Nikisch, actual intendente de Resistencia. En esta causa, además de la Defensoría General Adjunta, que promueve el cumplimiento de la medida, intervienen como “amigos del tribunal” el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Defensoría General de la Nación, a través de su programa Diversidad Cultural.

Según pudo saber LITIGIO, la reciente presentación de Gauna Wirz incluye testimonios orales en lengua Wichí, recabados durante reuniones mantenidas en Misión Nueva Pompeya y Sauzalito el 28 y 29 de junio. La funcionaria informó al magistrado sobre la decisión de los caciques, referentes y representantes de las comunidades indígenas de prestar sus testimonios en su propio idioma, con el objetivo de detallar, no sólo el incumplimiento, sino también la “angustiante situación” y el “empeoramiento” de las condiciones que motivaron la acción judicial original.
Ante la “gravedad de esta omisión”, que constituye una “afectación directa a la vida y dignidad del pueblo Wichí”, solicitó al Juez, con “carácter de máxima urgencia”, que intime al Gobierno del Chaco a cumplir “de forma inmediata” con la medida cautelar. Además, se pidió que, en caso de persistir el incumplimiento, se proceda a la aplicación de “astreintes” (multas) a los funcionarios del Poder Ejecutivo responsables.
Los testimonios
Magdalena “Lena” Martínez, una mujer con diabetes de la comunidad, desmintió categóricamente las afirmaciones sobre la recepción cada 30 días de las “cajas Ñachec”, módulo alimentario que entrega el gobierno provincial y contiene tan sólo ocho productos: 400 gramos de lentejas secas, un kilo de azúcar común tipo A, un kilo de harina de maíz tipo polenta, un kilo de harina de trigo tipo “000”, un kilo de arroz largo fino tipo “00000”, una botella de 900 centímetros cúbicos de aceite de girasol, un kilo de yerba mate y 800 gramos de leche entera en polvo.
“Estamos viviendo una situación muy mala. A veces tenemos algo, a veces no. Sobre la comida de la que ellos hablan, como si comiéramos a cualquier hora, no es cierto. A veces comemos recién a las cinco de la tarde, y después ya no comemos más hasta el día siguiente. Hay días en que pasamos hambre”, relató.
Magdalena detalló de manera desgarradora como atraviesan el hambre en las comunidades. “A veces comemos un pedacito de torta y tomamos un poco de mate, y después dormimos hasta el otro día. Al día siguiente salimos a buscar algo para comer. Algunos tienen ocho hijos, otros nueve, y sufren con ellos”, relató.
También denunció la escasez de medicamentos, vital para su condición de diabética: “A veces tengo los medicamentos, a veces no. Cuando los tengo me siento mejor, pero muchas veces no los tengo”.
La situación habitacional también es crítica, con viviendas de nylon que no ofrecen protección contra el frío, mientras que las viviendas dignas se otorgan con favoritismo a los criollos. En su testimonio, Magdalena apeló al Sinkovich: “Se lo aviso al señor Juez, porque dicen que estamos bien aquí en El Sauzalito, que estamos bien en los lotes, pero no es verdad. Hay días en que sufrimos junto a nuestros hijos, y hay días en que tenemos que ir al pueblo a pedir”. Además, destacó la inequidad en la distribución de las cajas Ñachec: “Nos dan solo una caja y nada más. A los no indígenas les dan hasta tres cajas”.

“No hay nada”
Marcela Martínez, otra integrante de la comunidad, reforzó las denuncias de escasez de alimentos y la falsedad de las declaraciones oficiales. Con una familia de veintidós personas, incluyendo nietos, lamentó: “No tenemos alimentos. Y si podemos, vendemos algo para conseguir un kilo de arroz, un kilo de azúcar, o un poco de harina. Vendemos nuestras cosas, lo que tenemos, incluso nuestras plantas”.
“Muchos de nosotros somos muy pobres. Necesitamos alimentos. Dicen que tenemos comida todos los días, pero es mentira. Es mentira”, sostuvo.
También se refirió a la ineficacia de las gestiones en la Municipalidad: “A veces vamos a la Municipalidad. Nos quedamos hasta las dos de la tarde, esperando conseguir algo de lo que ellos tienen. Pero cuando llegamos, nos dicen: ‘No hay nada’. No hay nada. Es verdad. Estamos mal”.
Los módulos alimentarios, cuando los reciben, son insuficientes. “Si me dan, es una sola caja para toda la familia, y no alcanza ni para un mes”, sostuvo y añadió: “No tenemos para comer, pero nos apoyamos en El Hombre que está arriba”, en alusión a Dios.
Luisa Bramajo, residente del Lote 9, también compartió su experiencia de abandono y promesas incumplidas. “Hace mucho tiempo que vivimos en el Lote 9. Nosotros vivimos ahí, pero tampoco recibimos ayuda”, expresó. Denunció que la asistencia solo aparece en épocas electorales: “Solo cada vez que hay elecciones, los no indígenas se acercan a nosotros y quieren que los apoyemos, porque quieren ser autoridades. Pero no ayudan a mis hijos”.

Bramajo, quien es jubilada, afirmó que a veces no recibe el monto completo de su pensión y que el dinero no le alcanza debido a los altos precios. Relató cómo los políticos prometen bienes como motos o freezers, pero “todo es mentira. Volvemos a quedar como antes, sin nada. Seguimos siendo pobres”.
“Hace mucho que estoy con mis hijos. Tengo muchos nietos y nietas, pero ninguno tiene nada. Algunos son muy pobrecitos, y tienen que ir a pedir lo que sea. A veces ni siquiera nos dan lo que pedimos. Dicen que no hay”, contó.
Asimismo, manifestó su preocupación por sus tres hijos con diabetes y la falta de preocupación por parte de las autoridades. La situación de las viviendas es igualmente precaria: “Dicen que iban a dar viviendas. Incluso limpiaron un terreno en el monte, prepararon todo… Pero al final, no apareció nada. Ni siquiera una casita”. Los únicos materiales que a veces se entregan, como el nylon, son insuficientes y no resisten las inclemencias del tiempo.
“Polenta sin carne”
Cirilo Mansilla, cacique del paraje El Vizcacheral, expresó la grave situación que atraviesa su comunidad, destacando la interrupción en la entrega de las cajas Ñachec. “A los que vivimos acá ya no nos (las) dan más. No sabemos por qué”, afirmó. Mansilla también señaló la alarmante falta de medicamentos en el hospital y la precaria alimentación de los niños en las escuelas, donde “solo les daban polenta. Eso no está bien. Sin carne, sin nada más. Solo polenta”.
El cacique denunció el abandono generalizado por parte del gobierno y el intendente, y exigió ayuda en salud, educación y la reanudación de la entrega de los módulos alimentarios. Además, puso de manifiesto un trato discriminatorio, al observar la entrega de colchones, frazadas y viviendas a personas no indígenas, mientras los Wichí continúan viviendo “bajo plásticos”.
Desde El Sauzalito, Augusto Peñaloza, referente de una organización local, manifestó las múltiples dificultades que enfrentan en su localidad, incluyendo problemas en educación, salud y producción. Hizo un llamado urgente a los gobiernos provincial y nacional para que escuchen sus reclamos y concreten una audiencia donde puedan exponer la cruda realidad que viven.
“Estamos necesitando mucha ayuda, tanto del gobierno provincial como del gobierno nacional. Por eso estamos aquí reunidos: queremos que el Gobierno, tanto de la provincia como de la Nación, nos escuche”, sostuvo.
“No alcanza”
Arturo Martínez, de Tres Pozos, se sumó a las denuncias, enfatizando la insuficiencia de los alimentos entregados a las familias Wichí. Detalló que una caja contiene solo “entre siete y ocho productos comestibles nada más”, y que a menudo una sola caja debe ser compartida por dos o tres familias, lo que “no está bien, no alcanza”.
Respecto al agua, Martínez señaló que, si bien hay disponibilidad, “muchas veces le ponen demasiado cloro, tanto que no es apta para el consumo”. También lamentó la falta de medicamentos en la salud pública y la ausencia de enseñanza adecuada por parte de maestros que “vienen desde muy lejos”. Concluyó con una invitación directa al Juez para que visite y conozca de primera mano la situación en cada localidad.
Finalmente, Casimiro Fernández, Presidente de la comunidad de El Vizcacheral y de la Federación Nacional Campesina, alertó sobre la suspensión de un comedor comunitario en su pueblo. Anteriormente, este comedor brindaba asistencia a 120 personas, entre niños y adultos, pero actualmente “ya no está en funcionamiento”.
Los testimonios unánimes subrayan una profunda crisis humanitaria y la necesidad urgente de una respuesta gubernamental, algo que en los hechos colisiona con la postura del gobierno de Leandro Zdero desde donde consideran que las comunidades están siendo asistidas.
De hecho, cuando se hizo lugar a la cautelar, la Fiscalía de Estado del Chaco la apeló afirmando que la presentación de la Defensora General Adjunta se basaba en planteos “abstractos” y que no acreditaba “ni someramente o mediante una presentación seria que respalde o justifique tal petición”. En el recurso presentado, el gobierno consideró que la medida judicial que busca garantizar condiciones mínimas de vida para estas poblaciones solamente tiene “un claro fin publicitario”.
REVISTA LITIGIO
CORRUPCION
HUMILLAR PARA DISCIPLINAR
En el Chaco hay escenas que no deberían existir en una democracia. Y, sin embargo, se repiten —cada vez con menos pudor— como si fueran parte del paisaje. Dos abogadas del fuero provincial fueron al Servicio Penitenciario Provincial a entrevistar a sus asistidos. No iban “a ver qué pasaba”. Iban con autorización judicial expresa, con una orden vigente y debidamente notificada. Aun así, las dejaron más de una hora y media a la intemperie, bajo el sol, sin permitirles el ingreso. La entrevista no se concretó.
No es un episodio menor. No es “una demora”. No es “un malentendido”. Es un método: humillar para disciplinar.
Porque cuando el Estado frena una entrevista autorizada, lo que está haciendo no es “poner orden”: está enviando un mensaje. Y el mensaje es simple, brutal y peligrosísimo: la defensa entra cuando nosotros queremos; la orden judicial vale si nosotros queremos; los derechos valen si nosotros queremos.
La trampa del “privilegio”
Cada vez que un abogado reclama condiciones mínimas de trabajo en un contexto de privación de libertad, aparece el coro previsible: “¿Qué privilegio reclaman?”.
Hay que decirlo con claridad: no es privilegio. Es garantía. Es una garantía para el desempeño profesional, y, por esa vía, una garantía para el ciudadano, para el imputado, para la víctima y para el propio sistema de justicia.
Nuestra ley procesal provincial reconoce que en el ejercicio profesional los abogados deben ser tratados con el respeto y consideración que se guarda a los magistrados. No para elevarnos a un pedestal, sino para impedir lo que está pasando: que el operador de turno, el funcionario de guardia o la lógica del castigo social decidan cuándo la defensa puede ejercer y cuándo no.
Si el abogado defensor puede ser humillado, demorado, hostigado o “castigado” por insistir en una orden judicial, entonces el derecho de defensa se transforma en un decorado. Se mantiene la forma —para la foto—, pero se vacía el contenido.
Y cuando la defensa es decorativa, la democracia también.
La defensa penal no es un enemigo
En paralelo al destrato institucional, crece un clima social que no es espontáneo. Se alimenta. Se produce. Se reproduce. En redes sociales se denosta a la defensa penal como si fuese una actividad vergonzante. Se confunde deliberadamente al defensor con el defendido. Y algunos discursos —incluso mediáticos— deslizan o afirman que quien defiende “encubre”.
Eso no es ignorancia: es una operación cultural que debilita el Estado de Derecho.
El defensor penal no está para “caer simpático”. Está para hacer lo que muchas veces nadie quiere escuchar: que el Estado debe probar, que debe investigar con reglas, que no puede “arreglar” con atajos, que la detención no puede ser un castigo anticipado, que la dignidad humana no se suspende por una imputación.
Defender no es justificar.
Defender es exigir legalidad.
Defender es poner límites.
Defender es recordar que el poder punitivo también debe rendir cuentas.
Cuando se instala la idea de que el abogado defensor es un “encubridor”, lo que se busca es otra cosa: habilitar el hostigamiento. Volver aceptable que se lo persiga, se lo amenace, se lo escupa simbólicamente hasta que un día el escupitajo sea literal. Y en causas de alta exposición —como lo vimos en el caso Sena— ese linchamiento mediático y material ya estuvo demasiado cerca de convertirse en tragedia.
No es exageración. Es experiencia.
El espectáculo de la vulnerabilidad
A este clima se suma algo todavía más degradante: la circulación de imágenes de personas detenidas —y, en particular, de un colega abogado— exhibidas en estado de vulnerabilidad, tratadas como objeto de consumo público. Como si la humillación fuese entretenimiento. Como si el dolor ajeno fuese un contenido más.
Esa lógica de zoológico humano no es “información”. Es castigo. Es escarmiento. Es pedagogía del miedo.
Y lo más grave: el escarmiento siempre necesita un nuevo cuerpo. Hoy es uno. Mañana es otro. Pasado, cualquiera.
“Hoy van contra ellos”.
La pregunta que duele
Hoy se señala a ciertos nombres, se los usa como símbolo de la época, se los expone, se los estigmatiza: Osuna, Gabriela Tomljenovic, Olga Mongeloz, Galassi. No importa aquí qué opinión tenga cada quien sobre cada caso. El punto es otro, y es institucional: si aceptamos que se castigue a la defensa por trabajar, mañana no habrá defensa posible para nadie.
¿De verdad vamos a naturalizar la “prisión por trabajar”?
¿Vamos a tolerar que un abogado sea tratado como sospechoso por ejercer su tarea?
¿Vamos a permitir que las órdenes judiciales se cumplan según el humor de un mostrador?
La democracia no se rompe de golpe: se desgasta. Se “acostumbra”. Se vuelve indiferente. Y un día, cuando alguien necesite que la ley lo proteja, descubre que la ley ya no está: quedó convertida en trámite, en papel, en relato.
Lo que juramos
Nos formamos durante años para defender derechos. Años de facultad, de estudio, de práctica, de errores y aprendizaje. Y el día de la matrícula, juramos algo que no es una frase decorativa: cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Yo no lucho por una bandera corporativa.
Lucho, todos los días, por la calidad democrática y por el respeto a los derechos de todos los ciudadanos sin importar su condición. Lucho porque sé —como sabemos tantos— lo fácil que es perder el piso institucional cuando la sociedad aplaude el castigo y el Estado se acostumbra a no rendir cuentas.
Y por eso lo digo con toda la fuerza que exige este tiempo: no quiero que esto se vuelva costumbre en mi provincia.
Unidad, sí. Silencio, no.
La abogacía tiene que estar más unida que nunca. No para encubrir nada. Para defender lo elemental: que el ejercicio profesional no sea un deporte de riesgo; que el acceso a la defensa no dependa de humillaciones; que el respeto no sea un premio; que el derecho no sea un favor.
Unidad para decir basta cuando se obstaculiza una entrevista autorizada.
Unidad para repudiar el show de la vulnerabilidad humana.
Unidad para explicar —una y mil veces— que la defensa penal no es el problema: es una de las últimas barreras contra el abuso.
Porque lo que hoy se presenta como “mano dura” contra la defensa, mañana será mano dura contra cualquiera que incomode: periodistas, docentes, militantes, familias, ciudadanos comunes. La arbitrariedad no tiene ideología cuando se vuelve costumbre; solo tiene hambre.
Un límite civilizatorio
En un Estado de Derecho hay algo que no se negocia: la dignidad. La del detenido y la del defensor. La del imputado y la de la víctima. La del que cae bien y la del que cae mal. Si la dignidad se convierte en un bien selectivo, entonces ya no hablamos de justicia: hablamos de revancha.
El Chaco no necesita más escarnio. Necesita instituciones que funcionen, órdenes judiciales que se cumplan, y un sistema penal que no sea un teatro de castigo público.
Si hoy humillan para disciplinar, la respuesta no puede ser el silencio.
La respuesta debe ser un límite.
Porque cuando la defensa cae, cae con ella una palabra que todavía nos sostiene: República.
Por Celeste Segovia
*La autora es Abogada –Escribana- Magister en Derecho Penal, especialista en Derecho de Familia-Profesora Universitaria en Ciencias Jurídicas -Resistencia, Chaco.
CORRUPCION
Más purgas del gobierno de Zdero: echan a una trabajadora de Salud por ser concejala
Se trata de Soledad Bonilla, quién se desempeñó durante 10 años como contratada en el Ministerio de Salud del Chaco. Además, es concejala de la localidad de Hermoso Campo por el partido Frente Grande.
El partido Frente Grande del Chaco denunció que el despido de una trabajadora del Ministerio de Salud provincial, quién a su vez se desempeñaba como concejala en la localidad de Hermoso Campo, se dio en el marco de un acto de “persecución política” iniciada a partir de la asunción del gobierno de Leandro Zdero.
El partido reveló que Bonilla es trabajadora de Salud Pública en Hermoso Campo. Se desempeñaba como enfermera en el Hospital Arsenio Zeno. Desde hace 10 años es contratada del Ministerio de Salud y se desempeña “con aplicación y compromiso con su pueblo y su zona de influencia”.
En las PASO 2023, Bonilla integró las listas del Frente Grande en Hermoso Campo compitiendo dentro del Frente Chaqueño. Ingresó por la minoría en las listas y fue electa Concejala acompañando al actual Intendente.
Tras la asunción de Zdero, Bonilla fue objeto de múltiples persecuciones, entre ellas el traslado a una zona alejada de Hermoso Campo, que la ponía en problemas para criar a sus hijos y desempeñarse como Concejala.
“Soledad no se rindió a la persecución, aunque ambos ingresos no le permiten superar una canasta básica. Se mantuvo en su trabajo, se desempeñó como Concejala y sus ideas en alto”, destacaron desde el Frente Grande.
“Sin embargo, -advirtieron-, el gobierno provincial, como su líder nacional Milei, no soporta las diferencias y cree que es dueño del Estado. Por eso la despidió. Repudiamos a Zdero y su gobierno de persecución. Nos solidarizamos con Soledad Bonilla y exigimos su reincorporación”.
CORRUPCION
Coimas en Andis: una exfuncionaria hablaba de “karinear” el 3 por ciento
Ornella Calvete, hija del presunto recaudador de las coimas, fue citada a indagatoria.
Una exfuncionaria del Ministerio de Economía implicada en el escándalo de corrupción en la Andis bromeaba con “karinear” las comisiones que presuntamente obtenían con las coimas.
Se trata de Ornella Calvete, ex directora de Desarrollo Regional y Sectorial de la Secretaría de Industria y Comercio del Ministerio de Economía e hija de Miguel Calvete, señalado por la justicia federal como el recaudador de las coimas de la Andis.
Ornella renunció a su cargo cuando salió a la luz que la Justicia allanó su casa y le encontró 700.000 dólares. La mujer está en pareja con Javier Cardini, que también trabajaba en Economía como subsecretario de Gestión Productiva y tuvo que renunciar por la investigación de las coimas.
Renunció una funcionaria de Caputo después que le encontraron 700 mil dólares: “Digo que me lo prestaron”
Entre los celulares secuestrados por la Justicia se detectó un audio de Ornella en la que le habla a su padre y se supone que lo apura con el reparto de dinero.
“Escuchame Pedro si no me atendés me quedo el 3%, no me hagas Karinearte la comisión”, dice en una obvia referencia a los dichos de Diego Spagnuolo sobre el porcentaje de las coimas que debía ir para Karina Milei.
Según consta en la causa, Ornella se refiere a su padre Miguel como “Pedro” porque él le había recomendado evitar su nombre para que no quede pegado. En otras conversaciones que ya habían surgido en la causa, Calvete hablaba del “3% para KM”.
Este jueves el juez Sebastián Casanello citó a indagatoria a Ornella para el próximo 19 de diciembre.
El magistrado también citó a declaración indagatoria a Diego Martín D’Giano, que fue director de Prestaciones Médicas en la Andis, y a Patricia Canavesio y Julio César Viera, ambos identificados por el fiscal como gente de confianza de Calvete padre.
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