Economia
La amenaza contra la fecha mágica y el Séptimo de Caballería del FMI

El Gobierno busca llegar al 14 de octubre con una inflación de “cero por delante”, valor clave para sostener sus chances electorales. Pero la suba del dólar en la última semana de julio encendió las alarmas y amenaza con trasladarse a precios en septiembre, arruinando esa meta. Caputo intenta calmar los ánimos sin romper con los bancos, mientras que el Fondo Monetario Internacional acude al auxilio con dólares frescos para reforzar reservas y sostener el esquema.
Para el Gobierno, lo importante es que los hechos de la semana que terminó no arruinen la verdadera meta económico-político-electoral para el corto- mediano plazo: que el 14 de octubre, 12 días antes de ir a votar la renovación parcial del Congreso, se pueda mostrar una inflación mensual que tenga un cero por delante. Ese día está programada la información sobre la evolución del IPC correspondiente a septiembre de 2025, el mes que según todos los análisis podría registrarse el nivel más bajo de alza de precios de las últimas décadas. Los cerebros programadores de la estrategia electoral tienen ese dato a anunciar como el empujón político más importante para cualquier gobierno criollo de los últimos años, ante un público electoral acostumbrado a ir a las urnas con pesadas inflaciones sobre las espaldas. Todas las encuestas les muestran a los estrategas del oficialismo que dos factores son fundamentales para sostener las optimistas perspectivas de votación positiva en octubre: la seguridad (y las calles despejadas de manifestantes) y la baja de precios. El primer segmento político estaría siendo controlado por Patricia Bullrich, que además amenaza con ser candidata. El segundo, el IPC de septiembre con un cero por delante, parecía ser una realidad casi palpable. Ahora es un puente lejano.
Y todo esto por la irrupción del enemigo público de siempre: el alza del dólar; el gran contrincante que complica cualquier estrategia electoral. Que lo digan Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. El alza de la divisa en la última semana provocó el retorno de los fantasmas: que el aumento del precio de la divisa se traslade a los precios. Que se produzca el tan temido demonio del pass trough. Algo que podría monitorearse desde agosto y trasladarse hacia septiembre. Se salvó el IPC de julio, ya que el alza de casi un 14% del dólar del mes pasado se concentró en la última semana. No dio tiempo a los agentes económicos que suben precios por inercia psicológica (más que de cálculo de costos) a ajustar los valores de los bienes (los más factibles de subir por incrementos del dólar) para que sean tenidos en cuenta por el Indec. Más bien será una tarea a ejecutar este fin de semana. Con lo cual, de verter su negativa influencia, el alza de la divisa comenzaría a percibirse en agosto 2025. Según los analistas, la presión del dólar podría provocar no un estallido hacia arriba en el IPC, sino un traslado “donde se pueda”. La muy mala performance anual del consumo masivo no solo hace imposible un traslado directo y gimnástico del incremento del dólar hacia los precios, sino, más bien, un aumento selectivo.
En todo caso, para agosto, debería ahora esperarse una repetición de un índice similar al de julio, un porcentaje cercano al 1,5%. El problema, en realidad, es que la suba de la divisa ejecuta una influencia de dos tiempos. Esto es, primero, en los precios directos y, segundo, sobre los costos de producción de los bienes y la aplicación de servicios. En concreto, el alza de la divisa influiría no solo en agosto, sino, fundamentalmente, en septiembre.
Y ahí está el problema político del Gobierno. Aunque no haya un pass through importante, una devaluación de dos dígitos inevitablemente traería consigo un alza de 1 punto porcentual en los precios generales de la economía. Y su influencia directa se vería en septiembre, más que en agosto. Luego, en septiembre, la inflación tendría un punto por delante, cuando, otra vez, la estrategia política indicaba que los cañones debían apuntar a lograr el cero del IPC de ese mes. Una meta que ahora entra en debate.
Por eso quizá la decepción del Gobierno con el comportamiento de los mercados en la semana que terminó. Y los posteos de los libertarios de ocasión, culpando a bancos, operadores, al kirchnerismo (cosa rara esa relación de este signo político con los compradores habituales de divisas de este país), en el transcurso de la jornada del jueves, cuando la divisa rompía récords y navegaba a los 1.380 pesos. Luego, más a la noche y en una visita a un streaming colega, Luis “Toto” Caputo calibraría algo mejor las acusaciones del Gobierno y señalaría que los vaivenes del dólar obedecen a una política de liberación del tipo de cambio dentro de un esquema de bandas, con bandos de ofertas y demandas que se cruzan; y no a los golpistas financieros de ayer, hoy y mañana. “Al que le parezca barato comprará, y al que le parezca caro venderá… No sé por qué se enojan con nosotros”, reflexionó el ministro, bendiciendo a los campeones que no se la quisieron perder. Al menos ese jueves. La de la semana que culmina fue una de esas batallas que el mercado financiero recordará por mucho tiempo. La del cierre de julio 2025 fue, por lejos, la compulsa más complicada por el gobierno de Javier Milei desde que asumió el 20 de diciembre de 2023; y donde, al menos por 48 horas (el 30 y el 31 de julio), hubo pelea entre el Palacio de Hacienda/Banco Central y las eternas fuerzas del mercado especulativo clásico e histórico. De un lado, para algunos, el mejor ministro de Economía de la historia. Del otro, calificados por las mismas fuerzas del capitalismo financiero criollo, como gente que “no fuma abajo del agua, tiene la fábrica de los cigarros”. Alguien podría interpretar que desde el bando del oficialismo hay una ventaja competitiva: Luis “Toto” Caputo, hasta hace solo un tiempo, era parte del equipo de los “fabricantes de cigarros”. Todo empezó el martes 29 de julio, cuando el Gobierno tuvo que consensuar una suba muy importante de las tasas de interés, que treparon al 68%. Un día después, surgió la primera suba fuerte de la divisa, y la señal de que el mercado inauguraba el segmento de combate de tasa contra precio del dólar, un clásico de los clásicos de los mercados argentos. Nada que Toto Caputo no sepa de sus años dirigiendo mesas de dinero. Con mucho éxito, por cierto. Ahora está operando desde el quinto piso del Palacio de Hacienda, un lugar de gran trascendencia y privilegiado para observar la poca paciencia de los inversores en los momentos en que aparece el ruido. “Riesgo Kuka” o la incertidumbre política, según sus propias palabras.
Lo que resultó curioso de esa jornada del miércoles alcista, es la cantidad de lotes similares a 20 millones de dólares, que fueron comprando durante la última media hora del mercado. Esto es, entre las 14.30 y las 15. Sabe Caputo, y cualquiera que haya vivido un año en ese maravilloso mundo de la City porteña, que órdenes de compra de esa característica solo se hacen con preparaciones de antemano, con el objetivo de provocar alzas en el mercado. Si lo habrán hecho conocidos del ministro de Economía. Estos movimientos llevaron a las sospechas de parte del quinto piso del Palacio de Hacienda, y el posterior estallido que se conoció el jueves.
Esa jornada fue altamente volátil, y determinó que la divisa llegue a los 1.380 pesos. Fue allí donde desde el edificio ubicado frente al ministerio se mencionen tres bancos como los culpables de todos los males. Rápidamente la versión se trasladó a voceros, pero, finalmente, no tuvieron mayor repercusión. Ni por los operadores financieros cercanos al oficialismo (que son muchos). Por la noche, en el streaming oficialista Carajo, Caputo daría su versión más profesional. “Nada que no haya pasado. Nada que no hayamos vivido durante este gobierno. Por supuesto, se trata de exagerar la situación desde ciertos lados, pero recordemos que ya en febrero de 2024 el tipo de cambio llegó más o menos a estos niveles”, dijo el ministro, restando culpas a los operadores, que, en definitiva, le hicieron caso al informe del 27 de junio publicado por el JP Morgan, donde se les recomendaba a los operadores locales y visitantes desmantelar posiciones en pesos y volver al refugio del dólar. Algo similar a lo que el mismo banco recomendaba allá por abril de 2018.
Y algo por lo que no se podría acusar de golpismo financiero o cambiario a una entidad que siempre puede volver a ser aliada. Lo mismo que los bancos de Adeba (bancos de capital nacional), Abrapra (bancos privados y cooperativos) y ABA (bancos de capital extranjero). Pese a las amenazas, Caputo optó por la prudencia, y por no dinamitar puentes. Hizo bien.
Pero para la tarde del jueves se esperaba la aparición del Séptimo de Caballería. Y llegó.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) apareció cuando más lo necesitaba el quinto piso del Palacio de Hacienda, y anunció que el Board del organismo había aprobado el cumplimiento de lo pactado para la primera revisión del Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril pasado, y que se liberaban los US$ 2 mil millones comprometidos para ser enviados a las arcas del Banco Central para completar los US$ 12 mil millones del primer desembolso. Ese dinero llegará el martes de la semana que se inicia, y se colocará prolijamente en las vidrieras del Banco Central, para que todo el mercado las vea y las admire. Igual, ni este ni el Gobierno podrán usarlas para otra cosa.
¿Por qué el FMI fue generoso y oportuno? Hay un factor para recordar. En el mismo Facilidades Extendidas figura un apartado, algo oculto, donde se menciona que el tipo de cambio ideal para la Argentina debía ser un 20% superior al piso de inicio del esquema de bandas cambiarias. Si se tiene en cuenta que ese piso era de 1.000 pesos, para la segunda quincena del abril 2025 (la posterior a la firma del acuerdo), el valor de la divisa debía navegar por arriba de los 1.300 pesos. Si ese nivel se lo actualiza por la inflación acumulada en el trimestre mayo-julio, el valor final llega a los 1.386 pesos. Muy cercano al valor del jueves de presión cambiaria y anuncios de giros de dólares desde el FMI.
Como decía el gran Francisco “Pancho” Ibáñez, “todo tiene que ver con todo”.
Economia
Le inhiben los bienes y prohíben salir del país al titular de la Sigen por el caso Vicentin

Alejandro Díaz, el funcionario encargado de controlar la transparencia del gobierno, es uno de los 26 citados a indagatoria por un fraude de USD 260 millones. Las medidas también alcanzan a la mano derecha de Sturzenegger.
El titular de la Sindicatura General de la Nación, el organismo encargado de garantizar la transparencia del gobierno, fue citado a indagatoria por el fraude de 260 millones de dólares con los préstamos que el Banco Nación le dio a Vicentin.
Alejandro Fabián Díaz, que es titular de la SIGEN desde julio pasado, es uno de los 26 citados a indagatoria por el juez federal Julián Ercolini, que además le inhibió sus bienes y le prohibió salir del país.
Díaz está investigado por su rol como síndico del Banco Nación, cargo que ocupó entre 2019 y 2021. Que esté investigado por un fraude millonario, en una causa que lleva cinco años en la justicia federal, no parece haber sido impedimento para que Javier Milei lo designe en un cargo de relevancia muy importante para el control interno del gobierno.
Además del Banco Nación, Díaz se desempeñó como síndico en la mayoría de las empresas públicas como YPF, Aerolíneas, Correo Argentino, entre otras, y desde 2020 era gerente de Auditoría Interna de Nucleoeléctrica Argentina. Díaz también es cercano a Chiqui Tapia y preside la Comisión Fiscalizadora de la AFA.

Entre los 26 citados a indagatoria también figura la mano derecha de Federico Sturzenegger, el economista radical Lucas Llach, que fue vicepresidente del Banco Nación cuando se otorgaron los créditos a Vicentin.
Ercolini también citó al expresidente del Banco Nación durante el macrismo, Javier González Fraga, y otros 17 exfuncionarios de la entidad.
Además, fueron citados el expresidente de Vicentin, Daniel Néstor Buyatti, el exvice Alberto Julián Macua, el exapoderado Herman Roberto Vicentin, y los exdirectores Martín Sebastián Colombo, Roberto Oscar Vicentin y Máximo Javier Padoan.
Economia
Caputo metió una cláusula en el presupuesto para renegociar la deuda externa

Elimina el articulo que obliga a que cualquier canje o reestructuración de deuda cumpla al menos dos de estas tres condiciones: reducción del capital, extensión de plazos o baja de tasa de interés.
Toto Caputo aprovechó la ley de Presupuesto para colar una jugada que había intentado sin éxito: modificar la Ley de Administración Financiera. Su objetivo es flexibilizar las condiciones para los canjes de deuda, algo que, según sus propias palabras y tal como consta en el texto del proyecto de Presupuesto 2026, parece casi inevitable.
Es que el año que viene la Argentina enfrenta vencimientos en dólares por al menos USD 14.000 millones, casi la totalidad de reservas líquidas que quedan y que en rigor son los fondos del préstamo del FMI. Fondos propios no hay prácticamente nada.
Este miércoles Caputo se declaró encima, cuando al intentar cancherear en una respuesta a la periodista Naza Lomagno, insinuó la posibilidad de un canje de deuda, desenlace que palpita el mercado y que explica la persistente suba del riesgo país, que mide la capacidad de pago de los países.
Se va otra funcionaria del FMI crítica del acuerdo con Argentina: “Este naufragio es más fraudulento que el de 2018”
“En el equipo económico siempre trabajamos pensando en los escenarios no deseados. Esta no es la excepción. No nos agarra de sorpresa. Hace meses que estamos trabajando en diferentes alternativas. Como siempre, solo anunciaremos algo cuando sepamos que está concretado. Pero demás está decirte que vamos a honrar todas las deudas, como lo hemos venido haciendo desde que asumimos, aún con muchos menos recursos que ahora”, afirmó.
Por eso, preparándose para una renegociación que promete asperezas, Caputo intenta meter mano en el corset que le impuso el ex ministro Martín Guzmán a las nenegociaciones de deuda, que obliga a mejorar -para el país, no para los acreedores- dos de tres condiciones: monto, plazo o tiempo. El proyecto de Presupuesto 2026 que MIlei envió al Congreso, incluye en el artículo 55 la modificación de la la Ley 11.672 , complementaria de Presupuesto, eliminando el artículo 65 de la Ley 24.156 de Administración Financiera.
Ese artículo es el que obliga a que cualquier canje o reestructuración de deuda cumpla al menos dos de estas tres condiciones: reducción del capital, extensión de plazos o baja de tasa de interés. La idea de Caputo es que el Estado pueda realizar canjes con “objetivos de ordenamiento financiero” aunque las condiciones no cumplan necesariamente esas dos de las tres variables exigidas por la norma actual. Es decir, admite la posibilidad de que los canjes sean menos favorables para el país de lo que hoy exige la ley.
El año pasado, Caputo ya intentó en el Presupuesto 2025 modificar ese mismo artículo. Pero al final, el Gobierno retiró el proyecto completo y la jugada se cayó. El antecedente revela que en Economía ven una reestructuración de la deuda como un desenlace más que probable.
Según los datos oficiales, el stock de deuda bruta en agosto de 2025 alcanzó un equivalente de USD 454.230 millones. Sólo en agosto, la deuda aumentó USD 7.004 millones.
La consultora 1816 puso la lupa sobre los compromisos de deuda que se vienen. Sus cálculos muestran que entre septiembre y enero Argentina deberá enfrentar vencimientos por más de USD 6.500 millones en bonos y letras en moneda dura, un monto imposible de cubrir sin financiamiento fresco. Y ahí aparece el problema: con un riesgo país por encima de los 1.200 puntos, salir a buscar plata en el mercado es, en la práctica, imposible.
La deuda, tal como está planteada hoy, es impagable, como anticipó la funcionaria del FMI, Ceyla Pazarbasioglu, directora del Departamento de Estrategia, Política y Revisión, que no casualmente decidió dejar el organismo.
Economia
El dólar perforó el techo de la banda y el Central tuvo que vender USD 53 millones

La entidad que preside Santiago Bausili intervino con 53 millones de dólares para contener la cotización al filo del techo de la banda.
Finalmente ocurrió: el dólar mayorista trepó hasta perforar el techo de la banda de flotación y el Banco Central intervino con USD 53 millones de dólares del crédito otorgado por el FMI para frenar la escalada.
El dato que encendió las alarmas fue una orden de compra por apenas USD 10 millones en el sistema de operaciones en línea del Mercado Abierto Electrónico (MAE). El detalle no es menor: se ejecutó exactamente a $ 1474,50, el valor que marca el límite superior de la zona de intervención cambiaria. Fue la chispa que hizo pensar a todos que el BCRA habría realizado las primeras operaciones de venta en el mercado.
Como las operaciones en el MAE son anónimas, nadie pudo confirmarlo oficialmente. Pero el veredicto del mercado fue inmediato: los bonos soberanos en dólares se desplomaron, en una clara señal de desconfianza. Al cierre de la rueda, el BCRA se vió obligado a publicar la intervención por 53 millones, cifra que superó por mucho las sospechas del mercado.
El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, lo dijo explícitamente, “El Banco Central solo compra dólares en el piso de la banda. El Tesoro puede comprar en cualquier momento, como de hecho lo hizo. Compramos USD 3.000 millones algo por debajo de $1200. Al precio actual, el Tesoro ya no compra más y en el techo de la banda, el Banco Central compra pesos para absorberlos y reducir la volatilidad cambiaria”, escribió en X.
Caputo metió una cláusula en el presupuesto para renegociar la deuda externa
El mensaje generó más ruido que certezas. “Revelando que el Tesoro no compra, se declaró encima. Más incertidumbre para los acreedores que tiemblan ante una nueva cesación de pagos de la Argentina”, apuntó una fuente de la city porteña.
No obstante, lo que sacudió aún más a un mercado convulsionado fue otro mensaje de Toto, todavía más sugestivo: “Gracias a todos los que salieron de sus cuevas estas últimas semanas porque hacen más revelador aún lo que están intentando. No tengo dudas que la gente tomará nota y actuará en consecuencia”.
En paralelo, es un secreto a voces que los dólares que se destinan a contener la cotización de la divisa salen del préstamo del FMI. Según los datos oficiales que publica el Banco surge que, de los USD 40.365 millones de reservas brutas, apenas USD 20.864 millones son dólares líquidos.
Sin embargo, al descontar los pasivos en moneda extranjera, swap chino, encajes de depósitos y otros, las reservas netas se reducen a USD 6.627 millones, gran parte de ellas compuestas por el oro USD 7.136 millones y DEG del FMI USD 41 millones.
Por lo tanto, el margen de dólares de libre disponibilidad es muy acotado y, en los hechos, el principal respaldo en divisas que puede usar el Banco Central para intervenir en el mercado proviene de los desembolsos del FMI.
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